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fabian soberon
Photo Credits: stacey svendsen ©

La poesía del intersticio

La poesía de Inés Aráoz parece situarse en ese espacio incierto, difuso y a la vez exacto entre un silencio y otro, un balbuceo y otro, una pausa y otra. Los intersticiales, nombre de uno de sus libros, es el retrato perfecto y silencioso de una poética que se cifra en el instante, sea en el espacio de lo vegetal o de lo urbano, ese instante agónico e inaugural en el que la palabra vacila, en el que el lenguaje es estandarte y abismo, cauce y cierre. El lenguaje es uno de los centros de la poesía de Inés Araoz. Pero no como problema metafísico, sino como herramienta moderada que permite que la poesía exista y al mismo tiempo sea el freno inmóvil, el que impide que las cosas se expresen o se digan.

“Entiéndase por intersticiales… los huecos del sentido”, anota en el poema “Los intersticiales”. Es desde ahí (o hacia ahí) que la poesía se dirige y se difumina, en ese espacio infinitesimal ligado a la ausencia y al vacío que se llena y que se pierde. Ahí, en el intersticio, Inés Araoz funda su palabra que se vuelve manca o muda o que explota en metáforas. En ese hueco accesible y enrarecido, se asienta la casa Barco y la soledad de Ría y los montes diferentes, y los pájaros que cantan no el fácil lirismo decimonónico sino una inusual mirada de la naturaleza que es mística y profana a la vez. Es precisamente ese carácter dual e indivisible lo que le otorga insularidad a esta poesía.

La antología preparada cuidadosamente por María Julia de Ruschi para editorial hilos reúne una buena parte de la extensa producción de la poeta nacida en Tucumán. La selección ronda alrededor del eje poema-naturaleza, poesía-dinamismo, la poesía como una máquina expositora de lo vivo, lo dinámico. Es cierto, la poesía de Inés Araoz explora los diversos ordenes de realidad desde una perspectiva de lo que se mueve, de lo que cambia, de lo que muta. Pero en el pozo mismo de esa palabra poética se filtran otros problemas que acucian a la poeta a lo largo de los años.

Es apasionante ver cómo la autobiografía velada, las referencias a la vida familiar aparecen en los poemas. Ría, el curioso personaje de muchos de los poemas de esta selección, indica cuál es el momento en que se toma su primera fotografía. Lo lírico radica no en la mera anécdota sino en el fantástico despliegue de estrategias exóticas que tiene Ría para enfrentar el mundo.

Inés Aráoz enhebra un mundo propio y eso es lo que hace que sea fundamental: una extraña mezcla de autobiografía y naturaleza.


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