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sarah colmenares
Photo by: Michel Curi ©

La más hermosa fotografía 

Nunca sabremos cuando será nuestra última foto…

Las fotos son momentos que se detienen en el tiempo. Una imagen que se guarda, si la cuidas bien, dura una eternidad. Existen muchos tipos de fotografías: de paisajes, personas, animales, comida, fotos que pasaron a la historia. Fotos de momentos en los que estuviste exorbitantemente feliz. También las hay de momentos vergonzosos, y otras en las que saliste mal y que desearías desesperadamente eliminar. Lo que sí es cierto, es que cada una de ellas tiene un común denominador. Todas han logrado atrapar un momento en el tiempo para congelarlo y preservarlo para siempre, y gracias a ese poder hay imágenes que han pasado a la historia y son parte de nuestra identidad como seres humanos. 

Toda fotografía tiene una vivencia que contar. Colombia, país cuya historia podría narrarse como una novela, sin duda conserva imágenes que quedaron plasmadas en la memoria de todos los colombianos. En estos últimos meses infortunadamente, este país no se encuentra en su mejor momento. La pandemia del COVID está dejando grandes brechas económicas, en Colombia como en muchas otras naciones. Sin embargo, el gobierno, el pasado 5 de abril, dio a conocer una ley denominada “ley de ingreso solidario sostenible”. Dicha ley pretendía recaudar, a través de los impuestos, una cifra cercana a los 25 billones de pesos colombianos. Aproximadamente 6.800 millones de dólares, según medios de información local. Sin tomar en cuenta el descontento social que estaba causando, un malestar que desembocó en una ola de manifestaciones. 

No podía ni siquiera imaginar lo que iría a pasar la noche del pasado 5 mayo. Lo que para mí empezó como un excelente día, para otros, en diferentes ciudades del país, se transformó en el infierno sobre la tierra. El 5 de mayo en horas de la tarde, estaba terminando de preparar mi proceso de inscripción a la universidad. Ya tenía casi todos los documentos listos. Uno llamó mi atención. Pedían una foto tipo Carnet, en un fondo de color blanco. Tenía que hacerla. Me arreglé y luego llamé a mi abuela y a mi hermana para que me ayudaran a tomarla. 

Tuve que salir al jardín porque ahí está la única pared blanca de mi casa. Mi abuela no sabía cómo usar mi teléfono celular así que tuve que explicarle. El viento me despeinaba una y otra vez, y mi abuela no paraba de tomar fotos. Algunas se veían muy graciosas. Mi hermana también empezó a fotografiarme y al rato llegó mi madre dispuesta a tomar otras. De repente me encontré en una verdadera sesión fotográfica. 

No imaginaba que, en esos mismos momentos, justo mientras mis ojos perdían su visión por breves momentos a causa del flash de la cámara del celular, cientos de manifestantes estaban quedando ciegos y asfixiados por gases lacrimógenos. En esas mismas horas durante las cuales mi única preocupación había sido reír con mi familia y salir bien en la foto, cientos de manifestantes, muchos de ellos jóvenes como yo, no sabían si volverían a casa. Cuando volví dentro tomé mi computadora y envié toda la documentación, luego fui a mi cuarto y recostada en la cama revisé en mi celular la red social Instagram. 

Lo que vi me dejo atónita. Las cuentas locales que seguía, estaban haciendo un reporte constante de lo que estaba pasando en las calles. Al yo vivir en una zona alejada de la ciudad, el único medio por el que podía informarme, a excepción de los medios de comunicación locales, era a través de las redes sociales, y lo que estaban reflejando no eran exactamente buenas noticias. 

Vi fotografías de manifestantes fallecidos o desaparecidos y me puse realmente triste. Luego, para mi sorpresa vi también una cara familiar. Era Lucas Villa, un manifestante pacifico que había destacado por su actitud durante las marchas, una actitud alegre y entusiasta. Participaba en las manifestaciones desde hace varios días y distintos videos, diferentes redes sociales, incluidas Instagram, mostraban lo que hacía. 

Se podía ver cómo respetaba a las autoridades, cómo subía a los autobuses de transporte público con el fin de explicar el por qué de las manifestaciones. Sin embargo, a las 8pm del 5 mayo, vi una fotografía en la cual Lucas aparecía herido. Decían que lo habían llevado al hospital San Jorge de urgencia. Según esa información, en su rol de líder estudiantil, Lucas se encontraba manifestando en Pereira, más específicamente en el viaducto Cesar Gaviria, que es un puente que se encarga de unir la ciudad de Pereira con el municipio Dos Quebradas. En este lugar fue acribillado por encapuchados motorizados quienes arremetieron contra su vida y la de otros manifestantes. Lucas recibió 8 disparos: en el cráneo, abdomen, tórax y piernas respectivamente.  

Tras unos días pasó lo inevitable; Lucas Villa falleció en el hospital San Jorge, por muerte cerebral. Deceso que confirmó su familia el 11 de mayo. 

Lucas era un hombre con sueños. Una persona que gozaba de la vida. Era un guía espiritual, alguien que deseaba un mundo diferente, que tenía preguntas y se aventuró por respuestas. Había viajado por diferentes lugares de Latinoamérica hasta volver a Pereira donde había decidido quedarse para estudiar en la Universidad Tecnológica. Allí, además de estudiar ciencias del deporte también daba clases de yoga. Era sin duda una persona increíble que quedará para siempre en los corazones de todos los colombianos. 

Ese día no pude dormir, daba vueltas en la cama. Las fotografías de Luca y de todos los manifestantes no dejaban de pasar por mi mente. Pensaba en todas las personas desaparecidas, en los sueños de Luca, pensaba en todos aquellos que no habían vuelto a casa. En esos jóvenes que esa misma noche no podían estar en su cama, como lo estaba yo. Pensé en mí y en mi foto, en cómo esa foto me representaría por el resto de mi vida académica y veía la de Lucas y de todos los desaparecidos. Esas fotos habían sido las ultimas que los retrataron en vida. 

¿Acaso los valores que conforman una sociedad solo están escritos en papel? ¿Por qué las personas tienen que convertirse en fotografías para generar un impacto real? ¿Las de Lucas y de todas las personas desaparecidas servirán como un crudo recordatorio de fotos que jamás deberán volverse a tomar? Es lo que espero. Espero que estas imágenes, esos momentos congelados,  sirvan para hacerle entender al mundo que esta historia no debe volverse a repetir nunca más.


Photo by: Michel Curi ©

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