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Photo Credits: Gabriel Molina ©

La Magia de la Música

Y nuevamente recibo un power point, pero no uno cualquiera sino uno maravilloso. Lo titularon “súper bellas fotos” y realmente casi pudiera decirse que son imágenes únicas, extraordinarias, increíbles. Pero, si mis ojos se iluminaron al percibir la majestuosidad de esas fotos, mis oídos, unos de los más inexpertos en música, quedaron cautivados, traspasaron el espacio galáctico, en un arranque romántico, embriagador como del mejor vino, extasiado de la más cálida ternura y regocijo. La elección del fondo musical “Lili was here” con Candy Dulfer en el saxo y Dave Stewart en la guitarra, mi Dios, anonada a cualquiera, hace vibrar de entusiasmo y sentido musical al más inexperto, es algo tan singular, tan bien compuesto e interpretado que extasía y ensueña.

Triste estoy algunas veces, al pensar en quienes aún no puedan disfrutar abiertamente del servicio de internet. Deberían de sancionar como un acto criminal a quien impida a los seres humanos de hoy, por las razones que sean, disfrutar de este medio. Pero retorno a mi idea inicial y la que me incitó a escribir estas líneas, y son las notas maravillosas que emanan de ese saxo y esa guitarra, para mi gusto quizás más las del saxo, por sentir su sonido más afín a mi apreciación musical. Valoro siempre como máxima, cualquier obra, sea de arte o musical, que tenga la capacidad de hacer vibrar a un inexperto ante ella, pues justamente esas son las muestras extremas de la connotación de la misma: agitar el alma, promover el sentir, en fin llegar a alguien quien sin ser especialista pueda interiorizar el mensaje humano y artístico que el autor puso en ella al ejecutarla.

Discúlpenme pero para proseguir estas líneas, puse otra vez esa interpretación en el aire, ese fondo musical que anamora, que seduce como mujer enigmática, que extasía cual Goya en su Duquesa de Alba, que embriaga cual coñac francés, que penetra en todo el cuerpo, no por los oídos sino por todas las células. Escribo sin parar estas letras si, al escuchar la obra, pues por todas mis células vibro y escribo vertiginosamente queriendo atrapar su excelso encanto, que me cautiva y embriaga, para expresarlo a mi manera, con palabras. Ya sé el maldito encanto de la droga, ahora lo conozco, debe ser parecido, pues con esta obra me siento así, en la cima, en el paroxismo de las sensaciones con la magia de su música.

Seduce a veces una obra musical con la misma intensidad que la belleza exquisita de una mujer. Se traslada el embeleso a la creación. Es muy probable que los poetas hayan escrito sus mejores versos, escuchando la música que incita e invoca a la musa, y las mejores pinturas hayan sido creadas bajo el embrujo encantador de las más dulces melodías. Yo hoy he sentido el fulgor de esos momentos únicos que abrasan el alma y esculpen pétalos de rosa en los corazones. Gracias a la vida por estos momentos especiales en que nos trasladamos de órbita, cual electrón acelerado por fuerzas que lo atraen de un polo opuesto. La magia de la música quiso hoy visitar mi escasa sensibilidad auditiva para ella y me hizo conocer nuevas emociones que nunca olvidaré.


Photo Credits: Gabriel Molina ©

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