Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Arturo Serna
Photo by: Michael Beer ©

La madre de Nerón

Como ya he contado en otro capítulo, mi madre vivió en casa hasta que decidió irse sin decir nada. Quizás por esa razón la he buscado denodadamente y también por eso el cansancio y el tedio me han derrotado: he desistido de buscarla. Su partida ha sido una huida. Nunca entendí por qué se fue. Mi madre es una mujer que ha huido de su casa y que, sospecho, vive en el extranjero o está muerta. ¿Quién lo sabe?  

Especulo con cruzarla algún día en la calle. Si tuviera la posibilidad de verla,  hablaría con ella, le pediría una explicación y luego la mataría. Por eso entiendo a Nerón. Nerón odiaba a su madre y quiso matarla. Le pidió que lo visitara. Ella vivía en otra ciudad. Para el regreso, Nerón le ofreció una nave especial, una que había hecho construir por sus esclavos, una nave averiada que en medio del océano se hundiría. Y así su madre moriría abogada. Pero el sueño de Nerón fracasó. La anciana nadó hasta la orilla y se salvó.

¿Será que mi madre espera que algún día nos veamos en un barco varado en alguna costa desconocida?

El destino no existe. Pero hasta hoy es como si existiese: mis días se cuentan por una ausencia. O peor: por el dolor que se marca en la piel cada vez que recuerdo su fuga sin perdón. La odio y mi odio es solo una máscara imposible del dolor imborrable.


Photo by: Michael Beer ©

Hey you,
¿nos brindas un café?