El famoso asombro de los filósofos no es nada más que volver a discutir el significado de algunas palabras que han considerado fundamentales. Asombrarse de “el ciclo del día y de la noche” no es otra cosa que redefinir “sol, luz, día, cielo, noche”, o bien, pensar otro significado para “día, sombra, círculo”. O escribir un poema sobre el ciclo del día y de la noche sin saber que están escribiendo un poema. Los filósofos se confunden. Creen que están preocupados por la verdad. En cambio, lo único que hacen es confundir verdad con belleza. Mientras creen hablar del mundo o de las cosas, lo que hacen es escribir un poema sin saber que se han convertido en poetas inadvertidos y frustrados. Lo que dice Ayer: un metafísico cree tratar con la verdad pero lo que hace es escribir poesía por otros medios. Su lenguaje es expresivo por otros medios. Su lenguaje abstruso se enreda en las elucubraciones sin sentido y su valor reside no en el vínculo con los hechos sino en la forma de expresión. Por eso el filósofo es un poeta involuntario.
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