No fue difícil para mí encontrarme con la práctica fotográfica. Mi papá tiene una gran colección de cámaras y gracias a eso accedí naturalmente a ese universo.
Para mí la fotografía es un medio a través del cual intento capturar todo aquello que no puedo decir con las palabras, que se esconde detrás de los párpados y entre los silencios. Tanto la teoría como la práctica fotográfica son igual de importantes en mi vida; sin embargo, siempre me encuentro desdeñando alguna.
Mi manera de tomar fotografías es algo desordenada. Quiero decir con esto que en ocasiones me gasto los rollos de película rápidamente y en otras oportunidades puedo durar con el mismo varias semanas. Considero que no tengo ninguna pretensión ni artística ni intelectual con respecto a mi ejercicio fotográfico. Se trata de inmortalizar a mis seres queridos, montañas y paisajes del mundo, ciudades venezolanas como Caracas y Mérida, y otras más lejanas como Bogotá y Barcelona. Me encantan los juegos de luz que suceden en mi entorno; algo así como lo que dice Spinetta de ella en “Casas Marcadas.” En definitiva, busco capturar escenas escandalosamente imperceptibles, ya sean acontecimientos citadinos o la forma en cómo la luz ilumina los bigotes de mi gata.