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La fiesta de la niña mala

La niña mala llega a la oficina con enormes ojeras que son producto de una noche desenfrenada de drogas y sexo libre. Para ella cada nuevo día es un reto mayor; pues tiene que aparentar que es una niña bien, de esas que estudiaron en colegio de monjas, de las que tomaron el tour por Europa a los 15 y hasta se ennoviaron con el chico lindo de buena familia. Pero en realidad la niña buena desde hace un tiempo descubrió que siente en su mente y en su cuerpo «cosas» que la hacen mala.

Ayer fue su fiesta de cumpleaños. En el trabajo fue como siempre: la sempiterna rutina de recolectar el dinero para comprar la torta favorita del agasajado, decorar el puesto y uno que otro chocolate para alegrar el día.

Ya en casa, su madre celebra la acostumbrada fiesta, en donde obviamente participan los hermanos, el padre, la abuela y su gato angora cuyo nombre es Binocular (debido a que sufre de miopía). En el ínterin la niña va al baño cada 10 minutos para contestar los mensajes de texto que envía su amada desde otras latitudes. Y ya cuando no puede aguantar más el jugar a ser una persona que no es, pide cantar cumpleaños para poder escapar.

Finalmente llega a El Brindis, un local nocturno en donde las niñas y niños malos van a hacer sus travesuras. Es una tierra libre en donde cada quien es lo que es, sin necesidad de aparentar otra cosa y sin miedo al qué dirán. Pero al local no entra cualquiera, pues en la puerta, Boris, un tipo de dos metros y de tez oscura, se cerciora de que realmente seas lo suficientemente malo para ingresar al recinto. Si no pasas la prueba no entras.

Afortunadamente para la niña, ella es lo suficientemente retorcida (según algunos estúpidos) y luego de besar a su acompañante, (una rubia exuberante cuyas caderas han conducido varias veces al cielo a más de uno o una) ingresa sin dificultad y disfruta en forma su fiesta de cumpleaños.

En el sitio se avizoran políticos, actores y actrices, cantantes y hasta altos ejecutivos que ya no son tan niños pero que para la sociedad serían catalogados de “malos”; simplemente por no cumplir con los paradigmas sociales pre establecidos. La niña esa noche consigue hacerse de muchos regalos pero lo que más desea en realidad es: tener el valor de gritar al mundo que es una niña buena y lo que hace no es condenable, pues el amor es un sentimiento tan maravilloso que trasciende cualquier condición.

Feliz cumpleaños niña mala.

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