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daniel campos
Photo by: Jörg Schubert ©

La felicidad de mis amigues

La felicidad de mis amigues me hace feliz. Al final del largo día frío, lluvioso y agotador, regresaba yo a casa en el metro cuando me llegó el texto espontáneo de Niall: «Clare y yo vamos a cenar en Sidecar ahora que todavía podemos. ¿Querés acompañarnos?» Se refería a que su bebita nacería pronto y querían aprovechar para salir a cenar un último sábado. Me honró que me buscaran. Me olvidé de mi agotamiento y fui.

Les vi tan felices juntos mientras narraban su búsqueda juguetona de un nombre para la chiquita que se me llenó el corazón de alegría. Y el nombre celta que habían escogido para su hija —Saoirse, que significa Libertad— era tan absolutamente hermoso, ¡que me emocioné como si yo fuera el tío! De corazón lo era. Disfruté esa cena de manera tan consciente que di gracias joviales por tener a eses amigues en mi vida.

Al terminar nuestra tertulia de sobremesa me despedí y me fui a Barbès porque justamente el trío de bolero Miramar daría dos conciertos en Brooklyn ese fin de semana. Eso significaba que mi amada amiga Marlysse había venido con su compañero Rei y su hijo, Desi. Era la primera vez que salían de gira musical desde que había nacido Desi, seis meses antes. Y pude escucharlos en vivo en Barbès, ¡el lugar donde vi por primera vez a Marlysse y donde se gestó nuestra amistad!

Marlysse toco piano y teclados y Rei en maracas cantó en armonía con Laura. Les acompañaron un guitarrista, un bajista y un percusionista. Como siempre, la dirección musical de Marlysse fue impecable, tanto, que entre la audiencia sonreía complacido Arturo O’Farrill, el compositor e intérprete de jazz latino ganador de múltiples Grammys. Y Marlysse, vestida con un elegante vestido color vino tinto, se veía tan feliz y llena de vida al tocar que de nuevo se me llenó el corazón de alegría.

Busqué la forma de bailar los hermosos boleros que interpretó Miramar. Sentía tanta alegría que los bailé con el sentimiento más delicioso de mi Vida. Aunque las letras fueran devastadoras, yo sonreía. Era el purísimo gozo que me causaba la felicidad de mis amigues.


Photo by: Jörg Schubert ©

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