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La danza de la lluvia

MADRID: Todo el mundo sabe que cuando llueve las ciudades se sumen en el caos. Se colapsan las carreteras, los atascos invaden las calles (algunas ya convertidas en ríos) y uno se puede pasar horas metido dentro de un coche (o un autobús) para llegar a su destino. Pero los caminos asfaltados de las junglas de hormigón no son los únicos en los que el tráfico se vuelve imposible y tampoco son a quienes voy a dedicar las siguientes líneas.

Con el otoño han llegado las lluvias y las ventiscas. Las hay de todos los tipos, como los modos de la alcachofa de la ducha o del mango de una manguera. Según el día te puede tocar de esas que caen en gran cantidad, con vientos huracanados y que –por la mezcla de ambos fenómenos- golpean los paraguas, los doblan y, en ocasiones, llegan a romperlos haciendo prácticamente imposible protegerse de ellas. Las hay con gotas de tamaños tan desorbitados que puedes llegar a plantearte que estas en una escena de Querida encogí a los niños (siendo los pobres niños encogidos claro). Y el probablemente no sea el último tipo, pero como no soy meteoróloga lo voy a dejar hasta aquí, es cuando chispea. Este es sin duda el peor de todos, porque no moja lo suficiente como para sacar el paraguas y protegerte, pero si lo suficiente como para calar lentamente tu ropa sin que te des cuenta y provocarte un resfriado tan fuerte como para tumbarte en cama durante una semana. 

Dejando resfriados a un lado y tipos de lluvia, de los que realmente no tengo la menor idea, voy a volver al colapso de la ciudad y centrarme en las aceras. Las aceras se convierten en la selva donde solo los más fuertes llegan a su destino sin formar parte de la danza de la lluvia en la que con tu paraguas debes ir esquivando a todos los demás para lograr pasar entre el edificio y otro peatón sin estrellarte contra alguno de ellos. Estos individuos son como una especie de transformers que, en cuanto salen a la calle y abren sus paraguas, se convierten en un mismo ser y por ende el espacio que ocupan se agranda según el diámetro de su paraguas. A ellos no les importa que venga una persona en sentido contrario por la acera y no puedan pasar las dos sin que una tenga que contorsionarse y perder su protección contra la lluvia teniendo que poner su paraguas en posiciones inexplicables para no estrellarse con el otro. Ellos siguen. En línea recta, como si fueran solos por la acera. Como si la ciudad fuese suya. 

Por otro lado, estamos todos los demás. Los contorsionistas. Los que tarde o temprano acabamos mojándonos, para poder esquivar a los transformers y pasar a su lado y no sacarles un ojo con la punta del paraguas. O, mejor dicho, para no perder nosotros uno. Es a esto a lo que me refiero con la danza de la lluvia. Y allí vamos, subiendo y bajando nuestros paraguas. Poniéndolos en paralelo a nuestros cuerpos, agachándonos y desviándonos del camino. Parándonos y dejando que ellos sigan para después poder continuar. En mi mente la vista aérea de este evento es como aquellas escenas de el Cascanueces de Tchaikovsky en Fantasía en las que varias setas rojas grandes bailan mientras una pequeña se mueve entre ellas sin importar lo que hacen las demás, o en la que decenas de flores danzan en torno a una que, aunque también baila, no sigue la coreografía.

Aunque debo reconocer que en ese momento muero de rabia por dentro y me invaden las ganas de retar a un duelo de paraguas a dichos individuos, en el fondo de mi corazón quiero pensar que no se trata de egoísmo puro y duro, sino de torpeza. Quiero pensar que honestamente estas personas no quieren dejar ciegos o gravemente heridos al resto de peatones, sino que tienen un ligero (o no tan ligero) problema de distancias y se creen que su cuerpo es del ancho de la distancia que hay entre sus ojos. Probablemente lo mejor para evitar esto, o mojarse con cualquiera de los tipos de lluvia antes mencionados, sea ponerse una buena película, calentarse un chocolate de taza y pasar el día en el sofá con almohada y manta. Lamentablemente este plan ideal (y bastante cliché) para días de lluvia solo se puede cumplir en fin de semana. 

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