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daniel campos
An Afghan woman spins wool into yarn at the fourth International AgFair held in Kabul, Afghanistan, Oct. 07, 2010. Afghanistan is home to one of the fastest growing agricultural markets in Central Asia and the fair was a great opportunity for Afghans to show and sale their products. (ISAF photo by U.S. Air Force Staff Sgt. Joseph Swafford/released)

La cumpleañera de Ipanema

Quiero comprar algunos recuerdos de Río de Janeiro y Rachel y Lucas, mis amigos cariocas, me sugieren que vayamos a la Feira Hippie de Ipanema.

En la plaza General Osorio, donde hay estación de metro, los vendedores montan los domingos sus chinamos de artesanías, ropas y joyas. Hay artesanos y diseñadores, algunos cariocas, y también comerciantes que traen artesanías y tejidos de otras regiones del Brasil, sobre todo del noreste.

Mientras miramos pulseras de cuero, collares tejidos, instrumentos de percusión y tejidos bordados, vamos conversando con los chinameros y con otros clientes. La tarde es fresca, el sol tibio. La gente, como nosotros, lleva suave el domingo.

En un puesto de postales artesanales me pongo a conversar con la artista-vendedora, una mujer alta, delgada, canosa, alba, aproximándose a los setenta años diría yo. Ya es pensionada y crea y vende postales para complementar su pensión y la de su madre, quien está sentada a su lado.

Su mamá sonríe mucho. La saludo y le preguntó si ella es de Río de Janeiro. La anciana me responde que sí. Pero la artesana, su hija, luego me cuenta que no. Sobrevivió a la Alemania nazi y la guerra y se vino a Brasil. No le gusta hablar de ello, ni siquiera con su hija.

Miro a la anciana y admiro su sonrisa y vitalidad. Es lúcida y jovial.

Le digo a la artesana que me parece admirable. Y me responde que justamente ese día cumple 101 años de edad. Me vuelvo hacia la sobreviviente y la felicito:

Parabéns, senhora.

Ella estaba distraía viendo gente pasar y me pregunta:

–¿Por qué?

–Por su cumpleaños–, le aclaro.

Me agradece, sonríe y se pone a cantar, pero no sé en qué idioma. El mismo en el que ellas se comunican entre sí. ¿Yidis? La melodía parece de canción de cumpleaños.

Mi amiga Rachel se nos acerca y le cuento del cumpleaños. Ella también felicita a la centenaria. La chinamera de al lado nos escucha y le pregunta:

–¿Ya los cumple hoy?–. Y sin esperar respuesta viene y la abraza.

Nos despedimos de la artesana y su madre con más felicitaciones.

Recuerdo una noche que pasé internado en una clínica en el puerto paulista de Santos. Dos pacientes con los que compartía la sala fallecieron durante la noche. Uno de ellos tenía justamente 101 años. Lo supe por la nieta que lo acompañaba y lo sintió exhalar.

«¿Estas coincidencias son azar?», me pregunto. Al anciano moreno y enjuto, una ola de frío le causó graves problemas respiratorios. Los jadeos nocturnos que yo le escuchaba eran estertores. Cuando falleció lo supe por su prolongado silencio. Me pareció un descanso para él. Era su hora.

Mientras tanto, la anciana en la feira continúa sonriendo y cantando, lúcida y bendita. La gente pasa y pasa y no se imagina su historia.

Yo mismo podría haberle pasado al frente sin aprender lo que la Vida, a través de ella, me enseñó hoy: a sonreír, cantar y ser alegre todos los días que me sea posible.


Photo Credits: ResoluteSupportMedia ©

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