Durante la celebración de la primera sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) el 15 junio de 1964 en la ciudad de Ginebra, se firma la Declaración Conjunta de los Países en Desarrollo Setenta y Siete, quedando así conformado entonces el G77, como la mayor organización intergubernamental de países en desarrollo en las Naciones Unidas. El principal objetivo de esta organización, es proporcionar los medios para que los países del Sur se articulen y promuevan sus intereses económicos colectivos, mejorando así su capacidad de negociación conjunta sobre los principales temas económicos internacionales dentro del Sistema de Naciones Unidas. Esta organización hoy cuenta con 133 países dentro de su ceno y ha transitado desde la Carta de Argel producto de su primera reunión ministerial en 1967 hasta la Declaración de Santa Cruz, documento elaborado durante de la Cumbre del Grupo de los 77 más China, celebrada en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia; durante el mes de junio del 2014 en el marco del 50 aniversario del grupo. En esta oportunidad y desde el pasado 8 de enero la presidencia de este organismo está en manos del Estado Plurinacional de Bolivia, en una ceremonia realizada en Nueva York la República de Fiji entrega la dirección al Sr. Evo Morales.
Durante esta cumbre se desarrolló un documento que se convertiría en la Declaración de Santa Cruz, la cual recoge los acuerdos y compromisos a los que llegó el bloque durante las sesiones de debate sobre diferentes aspectos como: Estrategias de desarrollo sostenible, soberanía nacional sobre los recursos naturales y beneficios de esos recursos, erradicación de la pobreza, reducción de la desigualdad, crecimiento económico sostenido e inclusivo, creación de empleo, prestación de servicios básicos para nuestros pueblos, acceso a la salud pública y a los medicamentos, desarrollo agrícola y seguridad alimentaria, agricultura familiar sostenible, industrialización e infraestructura, inclusión de la mujer en el desarrollo, pueblos indígenas, cooperación Sur-Sur, alianza mundial para el desarrollo, asistencia oficial para el desarrollo, deuda externa, reforma de la estructura financiera mundial, gobernanza económica mundial, fortalecimiento y reorientación de las Naciones Unidas, transferencia de tecnología, ciencia e innovación para el desarrollo, comercio, migración, cambio climático, biodiversidad, bosques, desertificación, degradación de las tierras y sequía, Gobernanza de Internet, incluido el derecho a la intimidad, Objetivos de Desarrollo del Milenio, Agenda para el desarrollo después de 2015 y las necesidades particulares de los países en desarrollo en situaciones especiales.
Hasta aquí esto parece otro documento típico de este tipo de foros internacionales, donde los países participantes dicen estar de acuerdo con todo lo allí escrito y teóricamente se comprometen de alguna manera a cumplir con lo recogido en largas horas de debate; pero que pocas veces esas intenciones se materializan en la práctica de las diferentes gestiones gubernamentales propias de cada país. Sin embargo, resulta interesante retomar algunos de los puntos en este documento contenidos, ya que parecieran buscar de alguna manera introducir elementos de lo que algunos han llamado el paradigma bajo el cual se desarrolla la actual gestión de Estado Plurinacional de Bolivia como es el Buen Vivir.
El Buen Vivir como idea fundamental de la Constitución Política del Estado Boliviano y del Plan de Desarrollo Económico y Social de Bolivia 2009-2013, plantea un modelo de equilibrio con la naturaleza y que retoma los principios ancestrales de las culturas indígenas. El Buen Vivir está basado en experiencias que priorizan la vida buscando el consenso entre todos, lo que implica que aunque las personas tengan diferencias, al momento de dialogar se llegue a un punto neutral en el que todas coincidan y no se provoquen conflictos. Este paradigma recoge en sus fundamentos el respeto a las diferencias, la complementariedad de los individuos, la defensa de la identidad, la priorización de los derechos cómicos donde los derechos de la Madre Tierra están por encima de los derechos humanos, la profundización de las experiencias humanas de la comida, la bebida, el trabajo y la comunicación, la contraloría social más allá de la participación popular, la soberanía y un profundo respeto por los ancianos y las mujeres.
Revisando algunos de los 242 ítems que componen la Declaración de Santa Cruz encontramos similitudes con las bases fundacionales del Buen Vivir como paradigma civilizatorio. Estas similitudes pudieran ser tomadas como una estrategia del Estado Boliviano para exportar e introducir paulatinamente su paradigma en la agenda internacional y más ambiciosamente en las gestiones gubernamentales de las naciones miembros de este organismo.
Esta conjetura representa un desafío en la interpretación de la agenda internacional y de las acciones de política exterior de un país como Bolivia, que evidentemente tiene una posición desafiante ante los modelos de desarrollo vigentes y los sistemas políticos implementados en la última década en América Latina. Surgen interrogantes de esta hipótesis tales como: ¿puede un paradigma como este permear las agendas internacionales de los países en desarrollo?, ¿Todos los países en desarrollo se plantean formas alternativas para salir de su condición?
Maneras diferentes de progreso no son, tal vez las formas como un bloque tan heterogéneo de naciones busquen un objetivo en común, ¿pueden paradigmas alternativos convivir con las formas tradicionales que ha instaurado el desarrollo como idea en un mundo donde la incertidumbre, las asimetrías de información y la velocidad de la tecnología no permiten ajustes que no sean prácticamente instantáneos?
¿Puede el Grupo de los 77 más China ser consistente con los acuerdos tomados en Santa Cruz y a su vez velar por las diferentes metas que en términos de desarrollo tienen cada uno de los países participantes en este bloque?
La reconfiguración del sistema mundo puede que no venga de la mano de una resolución, sino del ajuste espontáneo de un sistema caótico que busca desesperadamente encajar o no en patrones pre establecidos por aquellos a los que pretenden parecerse. El éxito de un paradigma radica en las debilidades del existente, expone Thomas Kuhn, entonces el paradigma de desarrollo reinante está caducado y por ello los actores del sistema mundo buscan la forma de instaurar lo que para ellos es una salida alternativa. Si las formas de pensamiento pueden ser exportadas, los foros internacionales son el mercado donde se pueden dar estas interacciones de mercado, bajo esta premisa creo que Bolivia utilizó esta cumbre para difundir y dar a conocer a profundidad su idea sobre el desarrollo en busca de reconocimiento y acogida de la comunidad internacional de una forma alternativa para alcanzar el mismo.