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paola maita
Photo Credits: JD Hancock ©

La consciencia de ser extranjero

Desde que me convertí en inmigrante, hace un año, en mi cabeza siempre ha estado presente una voz que me recuerda que no nací en el país en el que vivo.

Cada vez que quiero decir algo, me detengo a preguntarme si lo que tengo que decir tendrá el mismo sentido para el que me escucha que tiene para mí. A veces, llega a ser agotador el sentir que batallo con cada frase. Esto se vuelve aún peor cuando estoy tan emocionada, que mi lengua es más ágil que mi cerebro.

Siendo alguien que ama escribir, las palabras lo son todo. En mi universo, no hay nada más fuerte que ellas. Cuando pongo en duda mi lenguaje, esencialmente significa poner en duda todo lo que soy, y hacer eso constantemente desgasta.

Quisiera pensar que es de estas cosas con las que se aprende a convivir con el tiempo. No solo consiste en aceptar que soy diferente y que esto es parte de la vida donde sea que viva, que va más allá de ser extranjero o local, sino que es inherente a la condición humana… Intuyo que podría darle un nuevo significado a las palabras, a las mías con las que crecí, a las que pertenecen al lugar donde ahora vivo. Deconstruir y reconstruir los significados que las palabras tienen para mí, quizás sea una de las maneras que podría experimentar para volver a tener la sensación que el lenguaje es mi forma de aportar al mundo.

De otra manera, mantener constante e indefinidamente la noción de “no soy de aquí” presente como la nube negra de los dibujos animados que persigue a un solo personaje, convertiría a uno de los amores de mi vida en un enemigo salvaje, y ahí no habrá frase que me salve.


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