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Daniel Campos
Photo by: Daniel G. Campos ©

La bienvenida de las luciérnagas

Anochecía. Después de visitar a mis nuevos amigos, un sauce llorón y un arce rojo, en la orilla suroeste del Lago Prospect, caminé por el sendero que contorna las aguas para saludar a los gigantescos árboles liquidámbar o quiramba (Liquidambar styraciflua) que dominan un soto cercano. Quería apreciar sus hojas en forma de estrella de cinco puntas y palpar la corteza de estrías profundas de sus troncos gruesos.

Para mí asombro, decenas de luciérnagas titilaban en la penumbra del sendero. Noté que estas luciérnagas boreales (Photinus pyralis) eran más grandes que las que suelen acompañarme en los atardeceres tropicales de Tárcoles. Pero se mostraban igual de comunicativas y me ofrecían su amistad.

Me hablaban con las voces suaves, casi inaudibles, de sus destellos. Me daban la bienvenida: “Has regresado, Escuchador”.


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