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arturo
Photo by: Paulo Valdivieso ©

La autobiografía es un género del mercado

Rechazo la autobiografía como género. Es una etiqueta del mercado, ese monstruo múltiple que con sus tentáculos se convierte en el dios de nuestra sociedad de consumo. En todo caso, el autorretrato no es de mí mismo sino de los que estuvieron conmigo, de los vivos y los muertos que pasaron días en las pensiones, en el subte, en el balcón, en las noches altas y en los días infernales, nefastos. 

El retrato me permite hablar de filosofía, de la sociedad, de la muerte. El autorretrato es sólo un pretexto para ser menos obvio, menos directo. ¿Acaso rechazo la frontalidad? Sólo los estúpidos son frontales, brutos y gritones. Prefiero el silencio o el murmullo de aquellos que, como yo, escapan al griterío innecesario de la plebe. Solo la muchedumbre puede hundirse en las manifestaciones masivas y enajenantes. ¿A quién le sirve el espectáculo de hoy? Al mercado. Mi dardo está dirigido al sistema impúdico, soez y anti artístico. 

Veo en mi yo una posible cárcel. Pensar que soy muchos es el aliento que me ayuda a seguir. El manto de la soledad me permite indagar en el misterio de lo soy, fui y seré. No sé por qué se insiste tanto en la identidad. Sólo a fuerza de olvidar que somos múltiples podemos pensar en el yo como entelequia. 

La autobiografía es un engaño. Nos hace creer que somos idénticos a nosotros mismos.


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