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prospect park
Photo by: barnimages.com ©

La acacia y los cisnes

La tarde después de la tormenta de lluvia, viento y relámpagos visité Prospect Lake. En la orilla occidental descubrí la muerte de un árbol amigo, acacia de tres espinas (Gleditsia triacanthos). Al verlo caído, el corazón se me desplomó, como una piedra, a la boca del estómago.

Lo admiraba por su forma, ya que su tronco, después de elevarse, se inclinaba hacia el suelo, formando un arco. Me gustaba sentir y ver la textura rugosa de su corteza, con detalles rojos y amarillos. La tormenta lo desgajó desde la base del tronco. Me acerqué a acariciar su corteza. Al inspeccionarlo, observé que estaba carcomido por dentro: el centro del tronco estaba hueco.

En los últimos años, mientras me regalaba alegría, moría por dentro. Le agradecí su generosa amistad de quince años.

Sé que todo pasa: la vida, la muerte, el duelo. Sé que hay un tiempo para lamentar y otro para volver a disfrutar.

Lo asombroso de aquella tarde fue la prontitud con la que Natura Naturans me regaló una compensación vital, un espectáculo nuevo para mí: el vuelo vigoroso de cinco cisnes alrededor del lago.

Atardecía y los últimos reflejos dorados del sol embellecían los arces, carrizos y sauces entorno al lago. Ocho cisnes (Cygnus olor) nadaban cerca de la orilla opuesta. En un momento de inspiración, cinco alzaron vuelo. Con batir de alas poderoso, cuello, tronco y patas completamente extendidos, contornaron el lago dos veces, como si exploraran el mejor lugar para acuatizar.

El líder volaba más alto y con más fuerza. Los otros cuatro lo seguían casi al ras del agua centelleante. Una pareja acuatizó en un recoveco escondido del lago, detrás de unas acacias; otra, cerca de los carrizos. El líder continuó su vuelo maravilloso hasta descender cerca de la orilla oriental, como un ángel iluminado por el último resplandor del sol.

Tras el vuelo de pasión, los cisnes volvieron a nadar con ecuanimidad. Los contemplé con una apreciación renovada, más rica, más consciente del fuego que arde bajo su aparente serenidad, hasta que se empezaron a desdibujar en la penumbra.

Todo pasa. El Todo se renueva.


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