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willy wong
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Juegos Aleccionadores

Desde hace unos meses un familiar cercano, de esos que no puedes negar ni por sangre ni por apariencia, decidió, consciente o ignorantemente, arrimarse a las laderas de la negatividad y cantar en el coro de los lamentos. Sin saber cómo, cuándo ni por qué, este pariente que aun explora los procesos dicotómicos emprendió el recorrido por los pasajes de los renegados; de los que se quejan por haber nacido en un hogar fragmentado, por no tener la salud de Thor, por los comportamientos disimiles a los de él, por no vivir al costado de su centro de formación, y hasta por no tener la tarjeta de crédito de Bill Gates. Clamores insulsos y hasta pedantes que por obligación moral de ciudadano y consanguíneo, tenía yo que doblegar para suspender el crecimiento de un disidente social, para interrumpir el florecimiento de un ser que estaba cambiando el músculo cerebral por una cacerola de acero, hermética y frívola, que impedía el paso de cualquier discurso teledirigido hacia la auto reflexión. Era indudable que las palabras con él serían instrumento inservible, tal cual una manguera casera para apagar un devastador incendio en la Amazonía.

Así entonces, deduciendo que los consejos podrían tornarse y entenderse como una verborrea de baja cognición, mi estrategia para sacudir al educando viró hacia lo más pisco motriz. Para que este jovenzuelo cargado de angustias y ensordecimiento futuro reactivara la naturaleza resiliente del ser humano, era necesario que descubriera la relación simbiótica existente entre la desdicha, la disciplina, el deseo de superación y el éxito. Debía conocer historias acongojadoras y en acción que estaban logrando provechos inimaginables, a pesar de lo que para muchos es la dureza del destino. Era mandatorio invitarlo a disfrutar los campos deportivos y competitivos de los fabulosos Juegos Para Panamericanos de Lima 2019. Un nadador con solo una extremidad, un maratonista invidente y un lanzador de bala sin piernas que se situaban en el medallero internacional, serían las mejores arengas para desvestir del pesimismo a mi emparentado. Este evento, animado por admirables para atletas, nos recordó durante días interminables que las adversidades son como el pan duro de algunos desayunos, de cuando en cuando llegan. Que los obstáculos no son veneno, mucho menos paralizantes, y que muchas veces son el peldaño para triunfar.


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