En el Festival de Escritores y Literatura San Miguel Writers Conference que se lleva a cabo cada año en San Miguel Allende Guanajuato, asistieron escritores y periodistas de México, Estados Unidos y Canadá.
Jorge Volpi fue uno de los destacados invitados e impartió interesantes conferencias. Después de escucharlo, tuve la oportunidad de charlar con él aunque no le gusten las entrevistas. Se protege cruzando los brazos. Acaba de recibir el premio, Alfaguara, dotado de 175 mil dólares, con la obra “Una novela criminal”, un híbrido entre literatura y periodismo, mezcla de novela con ensayo, que aborda un asunto criminal, el caso de Florence Cassey, la francesa acusada de secuestro.
Le pregunté sobre el comienzo de su interés e investigación y me comentó que el disparador del proyecto fue un programa de televisión de Loret de Mola durante el cual se presentaba un montaje del jefe de la policía. Tres años, le llevó revisar unas 20 mil páginas de expedientes para construir la historia. Como abogado trabajó en la Procuraduría y cuando terminó su carrera, con el conocimiento adquirido, se adentró en la investigación sobre el funcionamiento de la justicia en México. Como escritor exótico, logró romper los límites académicos de la novela tradicional.
Ahondó en el tema de la corrupción y de la procuración de justicia en México y en América Latina. Analizó la indefensión que sufrimos los ciudadanos ante policías y criminales, en un sistema en el cual es casi imposible que se haga justicia. Puso el dedo en la herida y le compartí que estamos entre las miles de personas que tenemos a familiares desaparecidos.
Es curioso, Jorge Volpi, cuando niño soñaba con ser científico. Dice que su padre un médico muy estricto y a la vez inconformista, que sintió y vivió siempre como italiano, fue el que le transmitió el virus del inconformismo. De hecho, cuando murió su padre, escribió “Examen de mi Padre”, un libro en el cual se quita toda máscara y se muestra como un ser humano vulnerable. En esas páginas recuerda su niñez y adolescencia, años en los cuales descubre la pasión por la música. Su hermano no quiso que lo mencionara.
Le pregunté si alguna vez había acudido a terapia, y me dijo que nunca, por lo que deduje que la escritura del libro fue una labor terapéutica.
Hablando de su niñez, a sabiendas de que muchas veces las enfermedades de las que sufrimos son reflejos de nuestra psique, le pregunté de qué se enfermaba y la respuesta fue: de asma. Jorge Volpi desde niño fue asmático. Un buen tema, su salud, le comenté que era especialista y me preguntó qué le recomendaba.
Con tanto estrés que vivimos casi todos padecemos de problemas digestivos, sobre todo las personas más sensibles para las cuales la digestión es una especie de radar, ahí captan las emociones.
En su acervo cuenta con varios premios, como el “Premio Vuelta” de ensayo, y también obtuvo la beca Guggenheim. Se doctoró en Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca y sus obras han sido traducidas a varias lenguas. No solo es escritor, fue Director del Festival Cervantino y actualmente es coordinador de la difusión cultural de la UNAM.
No podía faltar la pregunta, delicada, de si tenía temor a represalias. Confiesa que es algo que no puede descartar. Sabe que en su libro toca un tema muy delicado que involucra a personajes públicos y vivos como el novio de Cassey quien está en la cárcel sin una sentencia.
– ¿Es inocente?- Le pregunto intrigada.
– Eso me gustaría saberlo a mí también. Intento presentar los hechos desde mi propia perspectiva, poniendo en evidencia las irregularidades, pero dejando que sea el lector quien intente construir “la verdad” detrás de toda la historia. Es muy difícil saber qué pasó; es complicado conocer la realidad.
Después de tres años de investigación y de intenso trabajo Volpi tomará un descanso. Todavía no tiene otro proyecto en puertas.
Los interesados en leer su libro podrán encontrarlo en las librerías mexicanas en el mes de marzo.