Un barco cruza en silencio finlandés la estatua de cobre. La nada posa su mano de fuego en los cajones de cartón y carne.
¿Dónde están los homeless de Nueva York?
El entierro es preciso y los cadáveres anónimos se multiplican en la isla Hart. Nadie lleva la cuenta.
Ni el carro de Bruce ni el escritor que vendía su oficio en la calle ni los crotos de la Central Station recorren las avenidas.
Como un superhéroe imbatible, entre los frágiles rascacielos, el virus vuela: es un ave desnuda. Promete rincones vacíos.
Nueva York ya no es la misma.
El olor fétido es ahora su dueño.
Photo by: Steven Pisano ©