Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
georgina o'keeffe
Photo by: Shinya Suzuki ©

Inventario de recuerdos de un viaje (II)

Del último viaje que hice sola a Madrid, he sacado un inventario de recuerdos y este es uno de ellos.

Hace poco he caído en cuenta que no tengo tantos referentes femeninos artísticos como querría. Me costó entender que no solo había sido un fallo de mi parte por no proponerme conocer la obra de más mujeres, sino que también ha sido un fallo del sistema. Nos hemos educado en un mundo donde los referentes masculinos son la regla, y los femeninos la excepción.

Es por ello que cuando ahora tengo la oportunidad de leer, ver o apoyar la obra de otras mujeres, me apunto casi sin pensarlo. Cuando paseando por el centro de Madrid, vi que en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, había una exposición temporal de Georgia O’Keeffe, enseguida compré entradas para ir.

La exposición tenía una regla que hizo que tuviese que pensarme muy bien los movimientos: No se podía retroceder entre salas. Después de pasar ciertos puntos, no podía ir atrás. Tuve que ser muy consciente de que tenía que tomarme el tiempo necesario para absorber cada imagen antes de decidir que ya había terminado con ella.

Con esto en mente, comencé a recorrer los cuadros, deteniéndome tanto como me era posible en cada pintura, detallar los trazos, los colores, las formas, la temática, entender cómo su trabajo fue evolucionando… Y en medio de toda esa lista mental de cosas que quería intentar memorizar, me di cuenta que estaba viviendo algo por encima de ello: Estaba dialogando con la obra de una mujer y no se parecía en nada a la manera en la que he dialogado con las obras de hombres.

Cuando miraba sus pinturas, sentía que su manera de ver el mundo podía solaparse en ciertos puntos con la mía. Recordé que eso fue lo que sentí la primera vez que leí a una mujer.

Es una sensación de yo podría hacer eso que no viene de la prepotencia de aquel que mira un cuadro y dice que la obra es tan estúpida y simple que él o ella podría hacerla. Esta sensación me vino de un lugar donde me veo representada en la obra y en lo que cuenta, porque mi experiencia vital tiene un punto clave en común con lo que estoy viendo o leyendo: somos dos mujeres que nos conectamos por una producción artística.

De aquella exposición salí con dos sensaciones. La primera, de un agradecimiento profundo de haber podido tener esa experiencia y de saber que comienza a hacerse consciente de que el trabajo de las mujeres ha estado alta y sistemáticamente invisibilizado. La segunda también fue esperanza, de pensarme capaz que algún día pueda generar algo parecido en otra mujer como lo que me hizo sentir Georgia O’Keeffe.


Photo by: Shinya Suzuki ©

Hey you,
¿nos brindas un café?