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sergio marentes cronica
Photo Credits: Ondřej Šálek ©

Inteligencia hecha de manera natural

El documento oficial afirma, en el capítulo dos, parágrafo quince, que luego de superar los cinco años de estudios, análisis y pruebas funcionales, además de los exigentes procesos de gestión y control de calidad, la Inteligencia hecha con ingredientes naturales, provenientes de cultivos cuidados con aguas manantiales, por hombres certificados por el feminismo, en campos vírgenes de movimientos políticos y bendecidos por las leyes de turno, al fin es un hecho y ya se encuentra a punto para su fabricación masiva. En el siguiente parágrafo se afirma que, según los abajo firmantes, un grupo de casi veinte personas, el periodo de prueba de seis meses comienza a partir de la fecha para que todos, entonces, estemos en la otra orilla. Y, en el siguiente, abrupto como ni me hubiera imaginado, que quien a partir de la finalización de la prueba tenga alguna idea, ocurrencia, imaginación o similar, tenga que rendir cuentas sobre este y sobre lo que este le debe a la Inteligencia natural.

Ya deben estar gestionándose los infinitos trámites y requerimientos para poder disfrutar de la Inteligencia natural. Hablo, entre otros, de los derechos de imagen, la atención al cliente, el mercado objetivo, las futuras franquicias, las trampas nutricionales, los envases ecológicos, las categorías de consumidores, el boca a boca, las empresas u otras entidades que comprarán y utilizarán el producto, las empresas que ofrecerán el servicio de entrenamiento, las preguntas frecuentes en la página web, las bases de datos secretas, la expectación en torno a su lanzamiento, las instituciones financieras que en un futuro serán mayoría accionaria, el lenguaje comercial para no parecer totalitarios, la publicidad de Google AdWords, el marketing de afiliación, la venta de libros, la indumentaria y las tantísimas otras cosas que integran las listas de diferentes áreas y a las que, un escribiente ordinario como este, no tiene acceso, alcance ni entendimiento.

Por mi parte, lo único que espero de esta industria que se avecina es que nos permita, a quienes leemos el mundo, y a quienes lo escribimos desde las tinieblas, hacer nuestras compras en el mercado negro sin declararnos la guerra ni perseguirnos como los criminales que seremos, porque la mejor inteligencia es la que nadie sabe de dónde proviene.


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