EN LA VERTICAL DEL CIELO el ocaso es un canto de cisne. La última luz inflama y atraviesa las nubes. Leve soplo de arrebol, óleo que consagra el fenecimiento del día. Ese bastión de resistente claridad se hunde en la lejanía como bajel incendiado.
En la playa de vías, las pilastras metálicas sustentan el tendido eléctrico ferroviario. La trama aérea es un enjambre preñado de acertijos. A pie de tierra, los perfiles laminados hablan de un destino cuya estación término desconocemos.
Fotografía. Gabriel Tendero López
Texto. Pedro Luis Ibáñez Lérida