GRITA LA CLARIDAD en el cielo de los ojos, que contemplan el primer latido de la mañana. Las florecillas silvestres, perladas por el rocío, son versículos rumiados en el aire. Cantigas que el trovador suspira y arremolina en su garganta quebrada. Susurro que la brisa lleva a lo más profundo del bosque. A ese encuentro, pies descalzos nos aventuran. Sentimos que nos llueve por dentro, mientras el sol calienta fuera.
Al trasluz, el alborozo de la primavera ahonda la belleza hasta la reflexión emotiva. Soalzarr la mirada, más adentro, y sabernos tan pequeños, fugaces y frágiles como pétalos vencidos por el fresco albor.
Fotografía. Gabriel Tendero López
Texto. Pedro Luis Ibáñez Lérida.