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Mario Blanco
Photo Credits: Luz Adriana Villa ©

Imágenes que transmiten valor

Todo ser humano ha padecido en algún momento de su vida sensaciones de temor. Unas veces ante circunstancias que la propia vida nos depara, otras ante peligros naturales. Cuando eso ocurre unos y otros nos armamos de valor para enfrentar peligros y temores.

En mi caso, ha sido fundamental el legado de mi padre, todo un héroe para mí en su conducta ante el peligro, y créanme que hasta el día de hoy, a pesar de mis 66 años, cuando mi entereza se sacude, mi mente busca la figura de aquel hombre que no tuvo la oportunidad de estudiar, pero fue altamente corajudo ante los embates de la vida. Entonces mi ser se llena de energía y puedo  enfrentarme sin flaquear al mayor peligro que se me presente.

Estoy jubilado y en general tengo tiempo a mi favor para meditar sobre el comportamiento humano, que ha sido objeto permanente de mis reflexiones. Observar las reacciones y el  tan diverso desarrollo del hombre, me inspira a profundizar el análisis, la búsqueda y comprensión de esa rama tan importante de la Psicología y  Antropología. Amo observar no solo al ser humano sino también a la naturaleza en general, plantas y todo ser vivo.

Se dice que la diferencia entre el hombre  y los demás  animales, es que somos racionales o pensantes y que tenemos alma y otras características. Pero muchas veces somos tan insignificantes en nuestra comunicación con el mundo que nos rodea, que los animales nos sobrepasan y son más creativos. Tomemos por ejemplo las expresiones de cortejo del macho a la hembra en muchas especies, en algunas aves son algo asombroso y fascinante. Comentaba recientemente con un amigo, que apreciar esas manifestaciones nos deja anonadados, pues nosotros, seres pensantes y complicados en nuestra morfología, en la mayoría de los casos nos quedamos pequeños ante esas manifestaciones tan genuinas y variopintas.

No obstante somos bien complejos, tan así  que a veces ni con los familiares y amigos cercanos llegamos a entendernos. Pero, independientemente de eso, hemos aprendido a defendernos. No hablo de las armas para enfrentar peligros foráneos, no, sino de los recursos para combatir nuestros propios monstruos internos como son los miedos interiores. Por eso, en mi caso, saqué a colación la imagen de mi padre. ¡Cómo quisiera que mis hijos me tuvieran también como talismán  ante sus temores!, pero cada ser humano busca su propia protección y es un ser independiente en sus soluciones.

Depende de muchos factores la imagen que proyectamos al mundo que nos rodea, además esto sucede generalmente de forma espontánea. Quiera Dios que  mis vástagos me recuerden en cierto modo como yo recuerdo a mi padre, sería el gran premio de mi vida.


Photo Credits: Luz Adriana Villa ©

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