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fabian soberon
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Hugo Boxel, el machista de los cielos

El filósofo Baruch Spinoza escribe cartas a múltiples personas. En uno de los intercambios, el señor Hugo Boxel le pregunta qué opina de los fantasmas y las apariciones. Ante la primera respuesta negativa de Spinoza, que por cierto es sutil y amable, Boxel no queda satisfecho. En contra de lo que sostiene el filósofo, Boxel entiende que los espectros existen. Dice el señor Boxel[1]:

“Creo que, pues, los espectros existen, por las siguientes razones: primero, porque es propio de la belleza y de la perfección del universo que existan. Segundo, porque es verosímil que el creador los haya creado, porque son más semejantes a El que las criaturas corpóreas. Tercero, porque así como existe el cuerpo sin alma, así también existe el alma sin cuerpo… Opino, pues, que existen espíritus de todo género, pero, tal vez, ninguno de sexo femenino.”

El señor Boxel esgrime una serie de argumentos a partir de una certeza principal: Dios existe. Más allá de la fe de cada individuo, podemos admitir que Dios es una entelequia, un gran supuesto desde el punto de vista racional. Es decir, Dios (o lo que llamamos dios) es un dogma indemostrable, una idea que sostenemos por diversas razones: fe, sentimientos o necesidades. Mucho se ha escrito sobre este asunto. El señor Boxel parte de la idea de la existencia de Dios y elabora una serie de afirmaciones para decir que los espectros son invisibles como Dios y que están ubicados en el aire y que el espacio exterior no está vacío sino lleno de espíritus. Además, los clasifica. Sostiene que en la parte lejana están los verdaderos espíritus y en la parte baja hay unos de sustancia finísima. Llama la atención la referencia al sexo de los espíritus. No contento con las suposiciones infundadas que abundan en su carta, arremete con la idea de los sexos y afirma, de una forma descabellada, que los espíritus no son mujeres.

Al señor Boxel no le es suficiente la minusvalía de lo femenino en la vida terrestre. Necesita reafirmar su prejuicio al sospechar la escasa o nula participación de las mujeres en el espacio exterior, en la ingrávida zona celestial de los espíritus.


[1] Carta del señor Hugo Boxel a Baruch Spinoza, incluida en el Epistolario de Spinoza publicado por Editorial Colihue, Buenos Aires, 2007.


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