El conjunto de los poemas de Horacio está dedicado a cantar la gloria de Roma. El largo poema de Virgilio es un homenaje, un exvoto a Augusto, un monumento literario al César. El propósito de los poemas es político. Si Virgilio lo hubiera escrito en el siglo XIX diríamos que es un poema nacional. De un modo similar a como consideramos a Martín Fierro o el Facundo.
Tanto Virgilio como Horacio cantan con fervor el pasado glorioso de su tierra. Hay un ímpetu lírico y épico en ambos poemas. Las voces se inflan de orgullo patriótico y no ocultan ese estro. Podríamos decir que están dedicados a glorificar la tierra, eso que hoy llamamos la patria. No hay ocultamiento del propósito, son poemas políticos, en el amplio sentido de la palabra. Quieren poner al frente a la sociedad de los orígenes, el poder que los distingue. Incluso, Augusto se ocupó de guardar la Eneida, de protegerla. Tuvo una clarísima conciencia de la necesidad de que hubiera un relato de su gloria.
Podemos pensar en la alianza entre poder y poesía, una alianza entre Augusto y los poetas. ¿Qué diríamos hoy si un poeta le canta al presidente o al primer ministro, sea este Maduro, Bolsonaro o Biden?
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