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Alexander Anchía - ViceVersa Magazine
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Homenaje a la Poesía venezolana

Por allá, por la década de los noventas, la literatura hispanoamericana venía con la resaca del boom; mientras en la vecina Colombia se gestaban nuevas formas de literatura en narrativa, por ejemplo La Narconovela que llega hasta nuestros días, en Venezuela se tomaba el estandarte de la poesía y se llevaba a todo nivel. Los primeros en aparecer en este auge fueron, sin duda, Rafael Cadenas y Eugenio Montejo, este último fallecido y extrañado por los filatelistas de la poesía. ¡Cómo olvidar su Partitura de la Cigarra! Y otros poemas.

Cadenas fue el decano de todos los poetas venezolanos que prosperaron principalmente entre 1990 y 2010; podemos nombrar entre otros a Joaquín Marta Sosa, Harry Almela, Alexis Romero, Josu Landa Sonia González y a su esposo Alfredo Herrer.

Quizás cuando el poeta Gerbasi escribió su célebre poema Mi Padre el Inmigrante, no se imaginó que la poesía venezolana en décadas posteriores alcanzaría un grado de luminaria entre las letras españolas universales. Gerbasi fue posiblemente quien dio inicio al verso blanco y a su vez al poema extenso en Venezuela, pero los otros poetas agudizaron su aporte.

Sin embargo ¿cuál situación social o política de Venezuela fue capaz de dar origen a estas manifestaciones? Podríamos decir que fue la misma que, en parte, dio origen al chavismo: una democracia erosionada, con la alternancia de los mismos políticos de turno de la época, Carlos Andrés Pérez, Caldera o Lusinchi, por citar algunos. En tal democracia aumentó la brecha social entre ricos y pobres y fueron los poetas quienes decidieron asumir la voz de los desamparados. En tal caldo de cultivo creció una de las muestras poéticas más importantes de los últimos años en lengua española.

La poesía llegó calladita, casi como arte marginal, a diferencia de las luminarias, de las mises, de las telenovelas y de los cantantes famosos.

Cadenas es conocido por su ópera prima Cuadernos del Destierro, obra que encarna el desgarrador drama del poeta mientras estuvo exiliado en Trinidad y Tobago; no obstante, ese libro apenas fue la punta del iceberg de otra célebre obra: Intemperie, Gestiones y uno de sus más recientes libros Contestaciones.

Sus poemas llanos, con pocas imágenes, descarnados, influyeron en mi modesto aprendizaje. No he tenido la posibilidad de conocer a Cadenas, pero conocí a Enrique Viloria, Joaquín Marta Sosa y Harry Almela, personas centradas, modestas, alejadas de luminarias y premios, amantes verdaderos de la poesía. Además de transmitir un conocimiento técnico acerca de cómo escribir un poema, fueron ejemplo de una vida austera, modesta, pero no por eso infeliz. Ninguno de ellos buscó el reconocimiento per sé, razón por la cual a veces quedaron olvidados, incluso en su propio país, durante algún tiempo.

El reciente premio Reina Sofía 2018 concedido en octubre en Salamanca, ciudad donde muchos poetas se sienten como en casa, lo acoge Cadenas como decano de la poesía venezolana contemporánea y en nombre de todos esos artistas. ¡Cadenas gran maestro! ¡Dios te conceda salud y vida por muchos años más!

No deseo acabar esta reflexión sin citar uno de sus versos y otro de sus aforismos famosos:

“ Tengo ojos no puntos de vista”

El siguiente poema de Cadenas escrito en 1963 habla por sí sólo, se adelantó a su tiempo y en él muchos de los excluídos del capitalismo, del relativismo y dejados de lado por este mundo esquivo y posmoderno. Cuando lo leí el aliento se contuvo y bien merecería todo un tratado.

Derrota.»

Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo que creí
que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. es muy quedado, avíspese, despierte»)
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada en cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no me he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi
flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.

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