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Danniel Campos
Photo Credits: Marketa ©

Hielo, bruma y risas junto al Lago Prospect

El sonido del hielo

Durante mi viaje a Centroamérica la superficie del Lago Prospect se congeló por completo debido al frío intenso. Pero las temperaturas han subido y el hielo se ha ido resquebrajando y derritiendo.

En mi visita ritual para saludar al lago tras mi retorno a Brooklyn, hallé un recoveco aún congelado en la orilla suroeste. Una capa gruesa de hielo cubría una pequeña bahía. En los bordes de esa capa gélida flotaban sobre el agua pedacitos de hielo que se habían quebrado y desprendido del bloque de hielo. El viento invernal causaba un leve oleaje y esos trocitos de hielo chocaban entre sí y contra el bloque sólido. El incesante golpeteo creaba un sonido como de cuentas de vidrio deslizándose en cascada dentro de un tronco hueco de bambú. Era un sonido invernal que nunca había escuchado antes.

Lo percibí mientras daba gracias a la Vida porque regresé con el corazón cálido, tras disfrutar del cuidado de mi familia y amigos en casa. Y aunque a veces me cueste salir del trópico para volver a Brooklyn en invierno, la naturaleza siempre tiene algún regalo precioso para mis sentidos.

El misterio de la bruma

Un manto espeso de bruma escondía la superficie del Lago Prospect en el misterio. Llegué a sus orillas al final de la tarde, de camino a mi cuevita después de haber dado clases en la universidad. Había aún suficiente claridad para observar todo el entorno.

Alrededor del lago, los árboles de troncos mojados y ramas sin hojas y los pastizales resecos y amarillentos le daban un toque sombrío al ambiente. Llovía. Las gotas se lamentaban al caer sobre la capa de hielo que cubría la superficie del lago próxima a la orilla.

Hubiese esperado que esto le restara vida y gozo al momento. Y sin embargo la bruma le daba un aspecto de vitalidad a la escena. Me parecía el aliento del lago al exhalar, al liberar su espíritu en forma de vaho blanco. Del misterio nacía la Vida.

Arreció la lluvia, se dispersó la bruma bajo el aguacero fuerte y tuve que caminar apresurado hacia mi cuevita. Llegué empapado como los árboles junto al lago. A pesar de los pies mojados y el frío en la piel, sentía un delicioso calor vital en el corazón y un renovado agradecimiento pues el lago me había regalado otra experiencia inusitada.

Juegos y risas infantiles

Aquel martes inusual de febrero, la temperatura subió a grados abrileños. Y con ese adelanto de primavera el Parque Prospect, tan vacío durante el invierno, se llenó de gente, sobre todo de familias con sus chiquitos. A la orilla del lago, unos chacalines perseguían gansos que andaban en busca de comida en tierra firme, varias chamaquitas les daban de comer a los cisnes y todos los demás chiquitos jugaban entre sí y con los patos. Con su algarabía trajeron un sonido que, al escucharlo, descubrí que extrañaba: risas de alegría que me hacen sonreír.


Photo Credits: Marketa ©

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