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keila vall
Photo by: German Aerospace Center DLR ©

Hide & Seek

No hay explicación o no me propongo perseguirla. Hay momentos en los que sientes/entiendes/sabes que lo que sea que fue ya no será más. Hay años umbrales. Con mi cuerpo ante el espejo o tal vez es un hilo tenso, una cuerda floja casi invisible frente a mí, me giro con un ardor que no consume, que es más bien combustible, y me digo estás lista. Cruzo. Me digo las grietas abren la luz a una caja oscura. El precipicio es vertical u horizontal, da lo mismo, y el respiro es sostenido. Me digo la fisura, la herida, la marca. No hay un orden en estos pensamientos, se agolpan las imágenes.

Y así, desde este lado de la hoja plateada o del hilo cuerda floja que ahora me muestra a la vez duplicada, una allá otra acá, desde fuera que es como se ve mejor, me digo escribir es salirse, ocultarse, buscar. Pienso en el juego a las escondidas. Vas tras ideas que no son evidentes. Las persigues. O por lo contrario, te quedas quieta y esperas que te encuentren. A veces parece que te mueves cuando estás inmóvil. No lo he dicho yo. En una operación matemática imposible me digo que ocultar/buscar es igual a sístole/diástole es igual a contracción/expansión. La gracia se manifiesta en la fisura, afirma Weil. La verdad se manifiesta gracias a su precariedad, entiendo yo. El juego a las escondidas. Hide & Seek, me digo.

Esto no tiene explicación, o no me propongo buscarla. Esto ha sido siempre así, ya busqué en el Alto Guainía significados (ocultos) de pinturas rupestres (sagradas) y las ubiqué en un mapa (ancestral, mítico) hasta entonces inexistente, hasta entonces apenas supuesto, o quizás fantástico. Ya pasé frío como nunca más en aquel río que corta la tierra, mojada hasta los huesos y más adentro. No todo lo que supe de voz de los shamanes amazónicos lo pude escribir. Era secreto. Mientras pacientemente sequé mi ropa al sol, al aire, al humo de un fogón, acepté que ver y entender no tiene nada que ver con contar. Que lo que cuentas no siempre es todo lo que viste. Desde esta hoja frágil de plata cuerda tensa miro el umbral. He escrito sobre personajes que se muestran o se esconden a través del vestido, el travestismo y la desnudez. He escrito sobre lo que se cree saber y no se sabe, sobre el enigma. Esto no lo busqué. Ha sido. Yo no lo busqué. He tomado fotos fragmentadas de mi cuerpo. Me he dado por partes dejando ocultas otras. He fotografiado mi reflejo en vidrieras, un reflejo opaco e insuficiente para hablar de la totalidad física que se identifica conmigo, y que soy aunque sé que no: no soy. No tiene explicación.

Escribir es buscar y diseñar la ocultación de lo encontrado. El ardor combustible no es más que amor a la precariedad, me digo rayándome el pecho. Escucho: tatuaje.

Dice Benjamin que el conocimiento es el velo que permite la aparición de la belleza. Que sólo ante la idea preconcebida lo bello se hace manifiesto. Yo entiendo que lo bello es el objeto cubierto, la cubierta misma, y lo oculto tras la cubierta. Ni el velo ni el objeto son bellos, lo bello es el objeto velado.

Me guía ahora la luz de una vela, su reflejo en el pasado que ya no soy y alimenta el empecinamiento de siempre. Entiendo que la luz impulsiva y pasajera del Flash ha de ceder ante el claroscuro suspendido y placentero. Sístole/diástole, contracción/expansión, busco y encuentro y renazco este espacio. Le digo te llamas ahora Hide & Seek. Son cosas que no tienen explicación, o que si la tienen, no la requieren.


Photo by: German Aerospace Center DLR ©

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