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arturo serna
Photo by: Pedro Ribeiro Simões ©

Heterónimos

A Walter Romero

Hace unos años, alguien, no diré quién, me descubrió. Además de dar vueltas en el subte, escribo: invento heterónimos. Los heterónimos son secretos, por supuesto. Pero esa persona me descubrió.

A la salida del subte me habló y me invitó a tomar un café en Las violetas.

Cuando estuvimos sentados, le dije esa frase de Genette que me dijo Walter Romero, un crítico y tanguero de la ciudad: “Si vous savez changer de nom, vous savez écrire”. Walter es erudito y lee en francés y cita en otros idiomas. Se la repetí en español: “Si sabes cambiar de nombre, sabes escribir”.

Entonces esta persona me miró raro y me preguntó si yo quería escapar de algo. Empezó con el psicoanálisis. A mí no me gusta la terapia, la odio. Le dije que no había nada de qué huir. Nadie puede escapar al desastre.

Referí el nombre de Pessoa y recité algunos poemas de sus heterónimos. Es un gran placer poder ser otro, le dije. Y él escuchó atentamente, como si esperara algo. Yo seguí con Caeiro. Y noté que la cosa cambió cuando hablé de Borges. Expresé mi desencanto con Borges porque, dije, era un demiurgo monótono, alguien que no había podido salir de su identidad, alguien que siempre repitió su propio estilo. Le dije que prefiero a Joyce o a Beckett, aquellos autores que son múltiples y que se niegan a la cárcel de la identidad.

Esta persona, reconocida a nivel mundial, no soportó que le tocara su santo. Se levantó de la mesa y se fue. Podríamos haber hablado de muchas cosas. Fue un intolerante. Ni siquiera se interesó en preguntar cómo se llama uno de mis heterónimos.

No lo volví a ver.


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