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sergio marentes
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Hacia todos los lugares

Como si se tratara de alguna especie de saboteo por parte de un gobierno superpoderoso o de una bofetada de la suerte, o de un espaldarazo del humor o, como casi siempre en mi vida, una herida causada por alguna de las aristas de la poesía, de repente no pude comunicarme con quienes quería, y debía, porque la señal de mi línea telefónica se encontraba bloqueada por, me enteré luego, cuando me comuniqué con los dueños de mi vida telefónica, uso indebido de tiempo de voz. Luego de probar diferentes alternativas, y de sentir la impotencia de la soledad y la mudez moderna, pensé que quizá ya la humanidad, encarnada en este humilde y pobre representante que se transportaba en el transporte público obsoleto que le vino en suerte, llegó a un punto de no retorno. Llegamos, o llegué, para ser más preciso, a ese lugar terrorífico en donde, paradójicamente, al mirar para atrás, en lugar de alimentar la memoria, esta es devorada por la necesidad del futuro. Y recordé la teoría moderna de aquel húngaro de treintaytantos que se dedica a la filosofía y a la poesía que dice que los tiempos de los territorios de doble vía ya no existen y que, en su lugar, nada más nos quedan los que apuntan en una sola dirección. Él dice que, hacia el pasado o hacia el futuro, pero los pueblos del mundo solo viajan en una dirección.

Pues, a partir de ello, llamemos ello al recuerdo de lo que dijo el húngaro, y no a lo que dijo, porque mi memoria es más traicionera que un gato doméstico, y como ya lo he hecho en diferentes oportunidades, me decidí a lanzarme al vacío, como cuando decidí que la literatura la estudiaría por mi cuenta y riesgo, como cuando decidí que sobreviviría al mundo ayudándole a estar aceitado. Decidí que mi vía es hacia el pasado, y decidí que no quiero ir hacia el futuro. Podría haber elegido también ir hacia el presente, hacia el hoy y el ahora, ese lugar exótico y místico al que la mayoría le teme, pero eso es lo más parecido a ir a hacia todos los lugares a la vez, así que no lo hice, porque a eso llevo dedicándome desde que me dedico a escribir el mundo.

Mi próxima prueba de vida será, entonces, desde un lugar más cercano al pasado que este, desde el lugar en el que la gente se comunicaba con las palabras adecuadas, por ejemplo.


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