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VR
Photo by: Gerd Altmann© from Pixabay 

Hacia lo representativo online

A pesar de que naveguemos virtualmente y digitalmente, lo hacemos de manera bidimensional. Estamos limitados por el marco del dispositivo por el que visualizamos y nos desplazamos. Si bien el espacio sea volumen, dentro de lo digital, hay una pausa que nos permite definir en qué realidad, tiempo y espacio, nos situamos.

Me parecen interesantes las lecturas que se pueden obtener en trabajos generados con AI. En algunos proyectos la distribución de elementos parte de: lineal, mapa, mosaico (grid), jerárquica y selección libre, y todas contribuyen a la visión expandida (de lo micro a lo macro). El comportamiento de la mirada es condicionado y diferente en cada distribución de elementos. Mantiene una experiencia distinta, de acuerdo a la constitución y clasificación, que puede partir de más a menos semánticas, ontologías similares, búsqueda de patrones, asociaciones y disociaciones. En el momento en que reconocemos nuestra dirección de la mirada, entonces, podemos decir que estamos presentes. Si el imago en la antigüedad era el ver, ahora es esencial al momento de interpretar cualquier derivado de realidad virtual o realidad aumentada, puesto que somos cuando vemos y el devenir del ser se manifiesta cuando estamos conscientes de nosotros mismo virtualmente. La generación de un avatar, es una proyección, un statement de afirmación del ser.

Cuando nos colocamos unas gafas de RV, perdemos el conocimiento físico, no solo del espacio en el que estamos, sino, también del otro en el que nos introducimos. La fractura de tiempo y espacio es la segunda manifestación de presencia. Lo que difiere de la realidad aumentada a la realidad virtual, es justamente, la veracidad de lo real y desde dónde aceptamos, como tal, las cosas. En un sentido utópico fenomenológico, diríamos que habitamos el tiempo mediante la relación objeto – sujeto, y en cuanto más tiempo transcurre, a veces, nuestra presencia física es olvidada y no reconocida, pero nos desplazamos; el cuerpo deja de ser materia y se torna, en un estado metafísico. Aquí sólo tenemos dos opciones, entrar en conflicto por el dejar de observarnos o mantenernos en continúo desplazamiento.

Generar una consciencia hacia lo representativo online, significa primero intentar reconocer cómo observamos o a través de qué sentido nos introducimos a esa fragmentación espacial. Nuestra rutina está acostumbrada al marco del dispositivo, pero cuando lo llevamos a otro nivel de representación como un timeline expandido, un gráfico de multiconexiones o una inmersión mediante RV o RA, nos descontrolamos un poco, la lectura e interpretación se vuelven difíciles, pero en realidad, son más dinámicas e intuitivas.

Por ahora los escenarios posibles dentro de las representaciones digitales, no pueden salirse de lo convencional, lo divergente y lo experimental. Los algoritmos se basan o se aproximan a los mismos patrones cognitivos de asociación y disociación, que naturalmente efectuamos. Su ventaja, es la interfaz, la inmediatez, acumulación de datos; su lectura, interpretación y codificación. Pensar en nuestra presencia dentro y fuera, desde las nuevas narrativas de una cultura digital, debe iniciar por lo más básico sensorial; desde nuestras reacciones, desplazamientos, densidades. Posteriormente, podríamos considerar la construcción y el cómo habitar el espacio.


Photo by: Gerd Altmann© from Pixabay

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