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Guataca Nights NYC

Guataca Nights NY: Manhattan en clave de parrandón venezolano

La gaita. No hay un acuerdo neto sobre su origen. Desde el vínculo con el cuero de sus tambores hasta su prima lejana (homónima) y típicamente escocesa. La gaita es sobre todo un conjunto. Una reunión que convierte ese encuentro en una fiesta. Este género, popularizado en Venezuela desde el estado Zulia, pero que invade desde el último trimestre a todo el territorio, es una clave, un guiño y siempre un retorno a la celebración de la navidad. Sean de protesta, celebración o alabanza, todas sus canciones implican a la tribu.

El cierre de las Guataca Nights NY del 2015 tuvo en el espíritu gaitero el centro de su repertorio, sus aplausos y su emoción. Celebrada en DROM, a casa llena, la Parranda Navideña consiguió no solo emular un sonido característico de las fiestas de fin de año, sino reestablecer en Manhattan el lugar emocional de todos aquellos que tenemos más cerca el Brooklyn Bridge que el Puente General Rafael Urdaneta. 

La alineación de la noche contó con queridas y conocidas caras de la Guataca, así como de acertadísimas incorporaciones, que permitieron interpretar un repertorio exacto y profuso. MV Caldera, Leo Gruber, José Manuel Da Silva y Don Gregorio Vegas en voz, Baden Goyo desde el cuatro, Chuito Quintero en la tambora, Gabriel Chakarji en piano y Carlos Mena en el bajo.

Un intro, selección de temas a cargo de Cheo, DJ Afro, sirvió para que los músicos pasaran al escenario con sus partituras. Dos meses de trabajo arduo, ensayos y arreglos están por configurar la primera parranda navideña en Nueva York. Desbordando el Hudson y tiñéndolo de sabor, sonaron los primeros acordes de Orinoco. MV lleva puesto un hermoso sombrero negro a lo Annie Hall y Leo Gruber, una gorra volteada de la selección de futbol venezolana, que lo acompañará todo el concierto. El coro al unísono de “Venezuela, en ti suspira, en ti palpita como un órgano vital” fue la entrada para la popular Onomatopeya con su clásico “la ra lay lah lá” en bis.

El tren de Cardenales acompasa el calor de la banda, las percusiones y el público. Poco a poco se van incorporando grupos pequeños que improvisan pasos y coreografías. Justo para gritar “olé lo ley lo la lá” en una alegre algarabía que las tamboras rematan muy bien. En Venezuela la temporada navideña coincide con la de béisbol profesional. Es importante acotarlo, ya que MV y José Manuel preguntaron entre los presentes por los entusiastas de las Águilas del Zulia, los Leones del Caracas y Navegantes del Magallanes. Con esos aplausos abrió San Benito, que ofreció el primer solo de Chakarji y que siguió con Venite pa Maracaibo: “… a la Feria de la Chinita, aquí la cosa es bonita, en el bello Paseo del Lago”. Justo en la mitad del tema MV hizo señas a las percusiones para pedir un ritmo más lento y acercar el micrófono a un público que con o sin amplificadores gritaba el coro del tema.

Un invitado de lujo, Gregorio Vegas, llegó para interpretar con el conjunto dos villancicos e imponer su presencia desde el escenario. Solo decir su nombre alborotó todavía más a los presentes, contentos de ver llegar al músico, nativo de Puerto La Cruz, con su cuatro en las manos.

La voz de Gregorio al canto de “yo soy un triste pastor que viene del oriente” brindó un tono cálido al que se sumó Baden Goyo con las maracas. MV mostrará su destreza con la tambora gaitera y hará unos redobles que dejan clara su consciencia del ritmo, más allá de los buenos tonos. La maestría en esa ejecución hizo que mientras se despedía el primer set, se pidiera un fuerte aplauso para la tamborera.

“Dame uno de queso primero” nos llevó inmediatamente a un éxito repleto de navidad y gozo: Pastelero, inmortalizada por Guaco, banda cuya influencia y dinamismo permea activamente el destino del género. Chuito Quintero se lució en las congas y el tema entero fue llevado por Leo Gruber. Con Venezuela galopante llegó el fin del primer set y a la tarima, una enorme bandera de Venezuela que MV sostuvo en sus hombros, invitando a todos a levantar sus manos y cantar con ella.

Un intermedio excelso, sabroso y gozón recorrió éxitos pop de la canción en los 80 y 70. DJ Afro hizo que la adrenalina se mantuviera con temas de Yordano o El Puma José Luis Rodriguez. De hecho, el frenético “chévere que chévere” hizo que se armara una talanquera en plena pista y todos movieran los hombros con el “uh uh” clásico del cantante.

“¡Nos fuimos para Barranquilla!”, se escuchó para el inicio del segundo set. MV apareció ahora con un enorme sombrero rojo y todos en la banda, al ritmo fuerte del “pum pum” en la canción: “En un viaje que hice a Barranquilla conocí a una linda colombiana…”. Las tres voces en tarima se alternan y celebran el tema. Todos haciendo palmas desde el público, muy entusiasmados y pasada ya la media noche. Cumba cumba mantuvo a todos vibrando y permitió unas cuantas risas cómplices entre los cantantes y varios coreógrafos emocionados junto a la tarima. “¡A guaquear!”, dijo MV para Guaco y tambora, para la que Baden Goyo sumó su armónica y adelantó sus pasos: “este ritmo sí está calienta, para que lo goce la gente”. Desde el escenario se dirigió el paso, para cerrar… ¡pa llá y pa acá! ¡pa llá y pa acá!

La gaita siempre ha encontrado en el imaginario zuliano sus imágenes. El lago, el puente, la Chinita, el catatumbo. La celebración del terruño, la ciudad del sol amada, encontró su clave con Aquel zuliano y el zuliano rajao que canta en Negrito Fullero. MV, con la campana en sus manos, acompañó la alegría del infaltable Palo palo, en el que se consagró un ir y venir en plan danza del público. Un medio centenar de los presentes se entusiasmó, cantando “palo palo, palo noche y día, estás acabando con la vida mía” a doblar pecho y espalda, juntando las manos como si tocaran una charrasca. ¡Rumba que rumba, qué barbaridad!

¡Ay corazón!Cepillao representaron el par que dio inicio a un cierre en el que todos estaban muy emocionados. Algo de nostalgia y gratitud se dejaba ver en las caras de todos en el escenario. José Manuel, Leo y MV traían en su voz la misma voz de tantas fiestas y recuerdos. “Le doy gracias al Señor por haberte conocido” coronó todo ese sentimiento e hizo que a más de uno se le aguara el guarapo. La canción era Sin rencor y las mismas manos que hace minutos aplaudían, ahora abrazaban. “Así siempre ha de pasar que cada vez que escuchéis una gaita llorareís”. Todos cumplieron con esa parte de la letra.

Una noche especial, única, sumó su propia página al historial sonoro de Nueva York. Precisamente Sentimiento nacional fue el tema que la cerró: “Cada región tiene sus cosas sabrosas y esas cosas tienen su aroma y color”. Con este tema, no solo el concierto, sino la serie de 13 conciertos durante el año llegaba a su fin. “Ese sentimiento es todo lo que hacemos, esa es la marca que a todo le ponemos”, dice la letra, también clásica, de Guaco. Para todos representó el dibujo de las fiestas en nuestro país, Venezuela. Junto a los acordes finales, se presentó a la banda entera, sabiendo que ya empezaba la cuenta regresiva hacia el final del año. Más de uno salió del local impresionado de encontrar, todavía tarareando una gaita, un coro, las luces y el caos de taxis amarillos propios del dowtown de Manhattan.


Photo Credits: Kathy Boos

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