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Gaby Sambuccetti
Book Cover by: Florencia Saltamartini

Gaby Sambuccetti: Entrevista y selección de poemas

Gaby Sambuccetti (1986, Argentina) es licenciada en Escritura Creativa por Brunel University (Londres) y profesora de literatura (Buenos Aires). Fue organizadora de eventos literarios y gubernamentales. Participó de un debate en el Parlamento Británico (Londres) sobre escritura y medios digitales durante el 2019. Fundó y dirige la revista y podcast internacional llamada La Ninfa Eco que cuenta con la colaboración de catorce escritores y académicos reconocidos de más de 10 países de Latinoamérica, Europa y el Reino Unido. Fue la directora de eventos literarios del grupo Oxford Writers’ House (Oxford) que trabajaba con la Universidad de Oxford y distintas asociaciones editoriales del Reino Unido. Es la autora de Al nudo lo que nos quitó (Argentina), Los vidrios aman quebrarse (Latinoamérica) y The Good, the Bad & the Poet (Reino Unido). En la actualidad, se prepara para realizar estudios de posgrado en Literatura Comparada en el Reino Unido, en donde está radicada desde finales del 2012.

 

¿Cómo describirías el proceso de creación de tu última publicación, “The Good, the Bad & the Poet” (El ojo de la cultura, 2020)?

Lo describiría como un proceso largo, atravesado por múltiples cuestiones como mi migración y la adquisición de una nueva lengua. Un proceso que hoy está consumado en este objeto “libro”. Es un libro corto y que se lee muy rápido y fácil. Ataca desde la sencillez, pero esa simpleza fue el resultado de mucho trabajo premeditado. Que se lea rápido fue un efecto que quise generar. Muchas personas que lo compraron y leyeron, me dijeron que lo leyeron muy rápido y más de una vez. Eso es lo mejor que me pueden decir, me da una gran alegría y emoción.

 

Gaby Sambuccetti

 

En pleno siglo XXI, ¿cómo ves la conversión del poeta en una especie de creador y mediador logarítmico? Digamos que ya está en franco declive la interfaz del sujeto identificado como poeta que escribe versos, cuyo conocimiento estaba exclusivamente reservado a una páginas que conformaban lo que llamábamos libro impreso. La actualidad de los poetas 2.0 del siglo XXI los identifica como seres mucho más interdisciplinarios en términos de la utilización de diferentes interfaces o contenidos transmedia que puedan acercar, lo que llamaríamos provisionalmente, “la obra” a los usuarios, que ya no necesariamente lectores.

Me encanta esta pregunta porque me permite hablar sobre un tema que me interesa mucho que es el tema de la difusión (sobre todo la difusión independiente) y la visibilidad. Me parece interesante esta diferencia que marcas entre lectores y usuarios, y el tema de las interfaces y los algoritmos. Temas que dan de qué hablar porque la manera en la que usamos interfaces interfiere significativamente en nuestra forma de leer, desde la lectura hipertextual o del click, que implica leer con interrupciones pasando de un link a otro, hasta los PDFs y las distintas plataformas virtuales y sus implicaciones. Incluso, se puede pensar que hasta los lectores de las viejas generaciones que eran lectores voraces de libros, ya no leen de la misma manera como lo hacían antes. No creo que este cambio se limite solamente a las nuevas generaciones. La tecnología nos atravesó a todos, aunque no a todos por igual.

Desde mi lugar y mi experiencia como organizadora de eventos y creadora de contenidos, el tema que más me compete es el tema de la difusión y la visibilidad de las obras y los autores. Hoy en día los eventos, las obras y el contenido se promocionan por las redes sociales y las plataformas digitales. Hace unos 10 años, quizás influenciada por autores como Orwell, Foucault, entre tantos otros, solía ver las redes sociales desde la óptica panóptica o la óptica del control. Por eso, me costaba interactuar por el lado digital y hasta cerré varias veces mis cuentas. Pero cuando me fui metiendo al mundo de los eventos, tuve que forzosamente cambiar de actitud. Y empecé a ver las redes como “posibilidad”.

Aunque las redes tienen un lado frívolo, también nos ayudan a ver el día a día de personas que no podríamos seguir constantemente en la vida real, y en cuanto a los eventos y la generación de contenido, son una herramienta excepcional. Por ej. en breve voy a presentar mi nuevo libro en plena pandemia y va a participar gente de todo el mundo: las redes y el encierro posibilitaron encuentros de realidades de escritores de distintos países, algo que en la vida real hubiera sido imposible. El mundo digital permite encuentros y diálogo entre múltiples realidades que no podrían cruzarse en otros contextos. En mi carrera, las redes fueron fundamentales para llevar a cabo muchas cosas y me permitieron crear un camino independiente de las reglas editoriales que solían ser muy rígidas. Este nuevo sistema genera que escritores sin contactos en el mundo editorial, puedan ser seguidos y leídos. También rompe con el elitismo literario.

En cuanto a los aspectos negativos, las redes sociales funcionan por “reacciones”. El algoritmo tiene mucho que ver con el estímulo y la reacción. Eso empuja muchas veces a los escritores a compartir determinado contenido para generar esas reacciones. Si uno dice algo controversial como por ej. que “las mujeres tienen que quedarse en la cocina”, posiblemente va a generar un hilo de respuestas abundantes. En contraste, dependiendo del caso, si uno sube un poema, no necesariamente va a generar muchas reacciones. El problema de este sistema es que muchas veces los usuarios confunden los likes/shares con “éxito” o “valor”. Este es un gran problema porque el valor de lo que uno comparte no está delimitado por esas reacciones. En otras palabras, es más probable que la foto de un gato con una boina tenga más compartidos que un estudio sociológico que llevó años. Sin embargo, el estudio tiene un valor mucho mayor.

En cuanto al mundo literario, algunos (¡o quizás todos!) los escritores jóvenes suelen tener mayor alcance que los escritores mayores. Esto lo noté claramente produciendo el podcast. Vinieron escritores que están en los libros de la historia literaria y tuvieron menor alcance que escritores nuevos con muchos seguidores. Este es un problema porque a veces los creadores de contenido, sobre todo de medianos a grandes medios, frente a la presión de aumentar la difusión, empiezan a inclinarse por los autores que generan esas reacciones, y muchos autores muy valiosos van perdiendo visibilidad. Desde mi punto de vista, ni los escritores deberían volverse influencers para captar atención, ni los lectores tienen que guiarse por un sistema de trending topic. Me parece que la medición del valor tiene que venir por otras vías.

 

I

Tantos vidrios nos separan
que tal vez
solo las piedras
puedan salvar
nuestras distancias
(De Al nudo lo que nos quitó)

 

Mi final

El final es el corazón de los versos.
Es el arte de bajar el volumen.
Si el espectáculo valió la pena,
deberías estar de alguna forma involucrado:
porque ahora somos amigos,
despidiéndonos.

Espero ser más que una hoja gris de la calle,
caída y pisada,
y a punto de dejar de ser visible en tu vida.

Esto es el final.
Adiós
(de The Good, the Bad & the Poet)

 

II

Si fuese un político,
me conformaría con cosas pequeñas.

Pero, no.
Los colgados no hacen política.

Marea demasiado esta cosa:

Izquierda, derecha.
Derecha, izquierda, derecha.

Los colgados tienen que acomodarse bien la soga.

Si la manteca
está
en el techo,

los colgados tienen que sacarla.

Si nos portamos bien:
nos dan más soga.
(de Los vidrios aman quebrarse)


Book Cover by: Florencia Saltamartini

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