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daniel campos
Photo by: Jana Markova ©

Fiestas en el Parque Prospect

Buscaba paz y encontré alegría. Ingresé a Prospect Park por la entrada de Vanderbilt Avenue con la intención de ir al lago para disfrutar el atardecer sabatino. Pero me encontré con dos grandes fiestas mexicanas bajo el amparo de robles, arces y quirambas y me detuve a observarlas.

Ambas festividades reunían a grupos de familias y amigos, personas de todas las edades, desde parejas de abuelitos hasta bebés en brazos de sus madres. Había toldos blancos, mesas de comida variada y abundante, equipos de sonido tocando música norteña a todo volumen en grandes parlantes, globos coloridos, luces blancas y multicolores colgadas de las ramas de los árboles para iluminar la fiesta de noche, sillas de picnic y mantas sobre el zacate para descansar. Los “chavitos” corrían, se perseguían, gritaban, reían.

Una de las fiestas, de cumpleaños, incluía una piñata colgada con un mecate azul de la rama de un roble. Los adolescentes y niños se turnaban para darle palos, sin lograr reventarla, hasta que un muchacho alto y flaco brincó, la agarró y la bajó con su peso. Toda la pandilla colaboró para romperla y zambullirse para procurar los dulces, chocolates y sorpresas que se desparramaron por el suelo.

Una banda de mariachis llegó a la otra fiesta y empezó a amenizarla con una serenata emocionante, interpretando los grandes temas que antes cantaran Pedro Infante, Jorge Negrete y Chavela Vargas, entre tantos otros. Los fiesteros hacían coro y disfrutaban.

La alegría en el parque era tal que yo mismo sonreía sin poder contenerme. Por momentos me brotaba risa del corazón. Me mantuve así, gozoso, observando las fiestas por largo rato, hasta que decidí acercarme a la orilla del lago.

Cúmulos relucientes paseaban bajo un tenue velo de altoestratos rosados que le añadía complejidad a la textura y matices del cielo al atardecer. Los claroscuros entre los juncos plateados, los destellos de luz reflejada en las aguas y los tonos verdes de los sotos me embelesaban.

Sobre toda aquella belleza, reinaba la alegría de las fiestas de fin de semana, con su música, sus voces, sus risas.


Photo by: Jana Markova ©

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