Llegar a la casa de Fernando del Paso, hablar con él y entrevistarlo, supone un viaje o un recorrido por más de 150 años de historia mexicana: empezando por el Segundo Imperio, pasando por la Guerra Cristera y concluyendo en las manifestaciones estudiantiles de 1968. Es difícil calmar los nervios ante la expectativa que genera hablar con un loco de las letras y un Premio Cervantes de Literatura (2015). Me acompaña en la entrevista Giuliana Dal Piaz, quién tradujo al italiano la novela Noticias del Imperio.
Me pongo a pensar en los atuendos que normalmente acompañan al escritor en los eventos públicos: trajes color naranja o rojos, corbatas amarillas y los imprescindibles lentes de sol. No hay duda que los colores son un reflejo de la fuerza que irradian sus personajes. Como Molière que decían que no sabía usar otro color que no fuese el verde o el amarillo.
Basta con observar el universo de posibilidades narrativas que emanan de los personajes de Fernando del Paso, para darse cuenta de los misterios que oculta en su guardarropa. Al llegar a su departamento, la señora de servicio nos abre las puertas, nos indica que vayamos a la salita contigua a la entrada, y nos pide esperar a Fernando. En la sala nos encontramos con su esposa, Socorro Gordillo, quién ha sido su acompañante de toda la vida, su consejera y escribana de las odiseas literarias de del Paso, así como de las vicisitudes por la que ha atravesado el escritor.
La escenografía de su casa en Insurgentes Sur en la Ciudad de México, guarda un dejo de nostalgia con el neoclásico, tal vez como una marca que dejó su estadía en Francia, cuando era diplomático. Así lo muestran sus muebles, que en momentos podrían convertirse en escenografía ideal para la representación del Tartufo de Molière. Nos acomodamos en un saloncito sobre un sofá verde, con en medio una mesita de vidrio, donde descansaban varios adornos. Por un momento pienso que nos hemos adentrado en el espacio más íntimo, el más vulnerable, pero también el más confortable del escritor, su propia casa, su lugar de trabajo, su castillo. Las paredes están ocupadas por los cuadros del propio Fernando del Paso, pues como dijo en una entrevista, refiriéndose a su pintura: “El dibujar es una venganza de mi mano izquierda al acto de escribir”, ya que pinta con la zurda y escribe con la diestra. No es de sorprender que como William Blake, busque plasmar su entramado simbólico en lienzos gráficos y pictóricos. Tal vez como una forma para rellenar los huecos del Mundo.
Llama la atención observar cómo en la mesita de la sala, aparte de algunos ornamentos de vidrio, descansan también dos cobertores dorados de champagne, aquellos que sirven para recubrir los tapones del espumante. Ante mi mirada de intriga puesta sobre estos objetos, Socorro nos comentó que cada tapón de champagne, representa para ellos un logro, un trofeo, un señalador que marcó una etapa en sus vidas. Me pongo a pensar que el realismo mágico no podría existir sin una pizca de superstición, pero también la vida no podría ser sobrellevada sin el resguardo de objetos litúrgicos o reliquias que nos acompañen.
La señora de servicio que anteriormente nos había abierto la puerta, llega ahora con una taza de café. Agradecemos con la clásica cordialidad y cuando nos preparamos para ingerir la hirviente bebida, Socorro Gordillo nos confiesa que el libro que más le gustó de Fernando del Paso, fue el de José Trigo, la primera novela del escritor. Fue una época complicada, ya que a Fernando le sobrevino una enfermedad grave. Esto no lo imposibilitó para seguir escribiendo, ya que su esposa fungió como su mano diestra. Mientras estaba encamado, comenzaba a dictar pausadamente y ella transcribía. Es curioso que no sea el primer escritor en emplear este método de trabajo, también Dostoievski escribió El Jugador, por medio de la mano de su amada Anna. José Trigo le valió el premio a la mejor novela en el certamen Xavier Villaurrutia. No hay que olvidar que Del Paso es un escritor de novelas de largo aliento. Sus tres novelas concentran 29 años de trabajo; 7 años en José Trigo, 12 años en Palinuro de México y 10 años en Noticias del Imperio.
El escritor que dejó de escribir novelas, y sin embargo ganó el premio Cervantes, nos habla sobre su incredulidad en las religiones. Pero también de cómo las construcciones ideales de las naciones están cimentadas en héroes que dan muerte, como una sociedad calendarizada en celebrar actos de la fatalidad. Sus respuestas son breves, producto también de algunos problemas serios de salud que ha tenido recientemente. Pero en cada respuesta guarda una profundidad de lo que es vivir haciendo y sintiendo y tal vez ésta sea una de la razones de sus respuestas siempre concisas. Como cuando al director de cine italiano, Federico Fellini, le preguntaron acerca de una escena de la película La Dolce Vita. El director le respondió, ¿le gustó? El entrevistador le dijo: Sí. Fellini le contestó: ¿Para qué me preguntas entonces?
¿Qué fue lo que lo impulsó a escribir novelas históricas?
El conocimiento desde muy chico del melodrama histórico de Carlota y Maximiliano de Habsburgo. José Trigo y Palinuro están contagiados de historia, pero no son novelas históricas propiamente dichas. En el caso de José Trigo, mi lectura y conocimiento de los ferrocarriles era muy vaga, en parte fue adquirido por el libro de José Guadalupe de Anda, que también escribió sobre los Cristeros, yo no conocía el movimiento de los Cristeros, lo conocí entonces, y es cuando se aclaran muchas cosas. Palinuro fue una tragedia nacional que sufrimos todos, en carne propia o en general como mexicanos en 1968. La verdadera novela histórica mía es Noticias del Imperio, en ella toda la investigación se centró en obtener datos importantes sobre la vida de Maximiliano y Carlota y la decisión de Europa de invadir México, de imponernos una monarquía y las decisiones de Francisco José de hacer caer en una trampa a los protagonistas del drama.
¿Cree que la novela histórica sea una corriente recurrente en nuestros días?
Hay una recurrencia; hay novelas sobre Madero, sobre la Decena Trágica, sobre diversos hechos históricos. Especialmente por seguir el pasado, ya que hay una necesidad de saber quiénes somos. Creo que es una forma de protección ante el embate inevitable de la globalización.
¿Qué fue lo que lo llevó a dejar la novela y centrarse en el ensayo?
Yo no dejé la novela, ella me dejó a mí. Siempre he estado interesado en el ensayo.
En el libro que está trabajando, que tiene como nombre: Bajo la Sombra de la historia, usted decidió pasar del género de ficción, al ensayo. ¿Por qué la religión como tema de ensayo?
Porque yo soy un descreído y siempre me he preocupado por las creencias de la Humanidad, por lo optimista que es la Humanidad en creer no en dioses sino en un dios todo misericordia, cuando todos los días se demuestra todo lo contrario.
¿Por qué las religiones monoteístas?
En principio porque son las tres principales religiones, aunque el budismo es muy grande. Elegí estas tres religiones, porque son las más cercanas a mí. Yo nací en una familia muy católica. La fe católica me decepcionó, me decepcionó el clero y las dos religiones más cercanas son el judaísmo, sobre la cual se basa la religión cristiana y el Islam que se basa en la religión judaica y la cristiana.
¿Considera que las religiones monoteísta triunfaron por su abstracción? ¿Al convertir el todo en una sola creación y no el todo con un nombre propio cada uno?
No son más abstractas que las politeístas, más bien son más Money-teístas. Yo creo que el cristianismo triunfó en Roma porque en el fondo es politeísta, por eso de la existencia de tantas vírgenes y santos patronos. En Roma y por lo tanto en Grecia, existía el dios de los soldados, el dios de los sastres, el dios de los viajeros, la diosa del matrimonio, etc… En el caso de la ética protestante, no digamos, es una ética Money-teísta, es decir capitalista.
¿Qué papel juega el escritor dentro de la sociedad? ¿El escritor tiene una responsabilidad con ésta?
Sin duda, no decirle mentiras, no traicionarla. Aunque tampoco creo que sea una obligación por parte del escritor. Pero si llega a serlo, no puede echarse para atrás, el escritor debe de tener una posición ética frente a la sociedad.
¿Qué cambios percibe dentro de la sociedad mexicana? ¿Cree que exista un cambio de identidad cultural?
Es evidente que estamos observando una sociedad distinta, en principio por el peso de la globalización la cual es inestable y estos cambios no los veo necesariamente positivos, ni son muy grandes. Aunque sin duda, creo que México sigue siendo un país muy nacionalista. Pero me pregunto, ¿qué es eso de querer a México? ¿Qué es querer a la Patria?, ¿qué es la Patria?. Está mal querer algo cada vez que lo ataquen, pero, ¿por qué no querer algo, cuando hay paz?