Se acercan las festividades navideñas. Las calles de Nueva York se iluminan, las vitrinas de las tiendas se transforman en obras de arte, crece el bullicio en las aceras y aumenta el número de turistas que llegan de todas partes del mundo. Y como siempre nos encaminamos hacia un nuevo año con un bagaje de sueños, esperanzas y buenos propósitos.
Todo deja suponer que el 2015 será un año importante sobre todo para los cubanos ya que finalmente los presidentes Raúl Castro y Barack Obama han dado los primeros pasos hacia la normalización de las relaciones entre los dos países después de casi 50 años de embargo.
Hace tiempo Washington y La Habana trabajaban silenciosamente para alcanzar esta meta, y en esa fase de negociaciones ha sido muy importante la intervención discreta del Vaticano y en particular de Papa Francisco.
La normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos abre una nueva etapa en toda América Latina, quitará fuerza a los regímenes que se sostienen sobre la propaganda anti Estados Unidos y ayudará al pueblo cubano a encaminarse hacia un proceso democrático también a nivel político.
Esperaremos los eventos pero todo indica que podemos ser optimistas.
La Navidad debería ser un tiempo de alegría y de serenidad para todos pero, lamentablemente, la realidad es diferente y para muchas personas será un tiempo de dolor y luto. Pensamos a las familias de los niños pakistaníes quienes fueron asesinados por los talibanes, de las niñas de Yemen, víctimas de un atentado terrorista y de los jóvenes desaparecidos en el estado de Guerrero en México.
Esos y muchos otros episodios que han dejado estelas de sangre y dolor en las calles del mundo nos hablan de la peor cara de la humanidad, su parte más obscura. Pero también está el otro lado, la parte luminosa, la que conforman miles y miles de personas quienes trabajan honestamente. Son los que se levantan cada mañana para desarrollar oficios distintos. Todos, desde el más humilde hasta el más famoso, nos ayudan a construir un mundo mejor, más inclusivo, más desarrollado, más justo. Es gracias a cada uno de ellos que podemos tener esperanzas y mirar con optimismo al futuro.
ViceVersa se acerca a su primera Navidad y a su primer brindis de Año Nuevo. Lo haremos con el propósito de seguir mostrando el lado claro de la humanidad gracias a los tantos jóvenes quienes escriben para nosotros expresando sus opiniones y reflexiones, a los que nos cuentan el mundo a través de las imágenes, a los que, sin ser tan jóvenes siguen luchando con su pluma y sus pensamientos para ir sembrando ideas de justicia, solidaridad y equidad, a los que enriquecen al mundo con sus versos y su narrativa y a los que nutren nuestras almas con el arte en todas sus facetas.
Para los que vivimos lejos del país en el cual nacimos, la Navidad es el momento de los recuerdos y de las nostalgias. Surgen de nuestra memoria los rostros de personas amadas, padres, abuelos, hermanos, tíos, con los cuales compartimos decenas y decenas de fiestas, soñando año tras año algo diferente, depositando esperanzas en distintos rituales y en general felices de esa pausa de alegría que nos permitía dejar de lado preocupaciones y sinsabores.
Muchos aprovechan estos días para volver a su país, otros viven la melancolía de la distancia y se aferran al ancla de sus tradiciones. Tradiciones que se mezclan con las de otros amigos que llegaron de distintos países así como con las de norteamericanos con los cuales compartimos la mesa y la alegría de las fiestas.
ViceVersa agradece el calor de su amplia familia de colaboradores y lectores.
Nos sentimos orgullosos de ser un espacio que, desde Nueva York, proyecta el positivo aporte que América Latina y el Caribe regalan al mundo.
Expresamos nuestra solidaridad a los que sufren pero queremos mirar al futuro con optimismo.
Queridos lectores, amigos y colaboradores, reciban de la redacción de ViceVersa los más sinceros y agradecidos augurios de
¡FELICES FIESTAS!