¡Llegamos a la víspera de una nueva Navidad! Y pronto celebraremos la llegada de un Año Nuevo; un año particularmente significativo porque con él comienza otro decenio.
El invierno, estación desconocida para muchas de las personas quienes llegaron de países tropicales, roba luz al día y hojas a los árboles. Caminamos arrebujados en abrigos y bufandas mientras la naturaleza entera parece retener el aliento a la espera de una nueva primavera.
Nueva York volvió a llenarse de luces y músicas navideñas. Las calles y tiendas se visten a fiesta con decoraciones que son un derroche de creatividad, las pistas de patinaje están llenas de niños y adultos quienes se divierten con igual entusiasmo, y en cada esquina hay algún San Nicolás, muchos de ellos inmigrantes, quienes regalan una sonrisa a cambio de una moneda.
Es un tiempo en el cual nos llenamos de esperanzas y también de nostalgias. En esta ciudad en la cual se concentran personas de todo el mundo, estos días se celebran de distintas maneras, las cocinas se van llenando de múltiples aromas, madres y abuelas superan las lejanías gracias a las nuevas tecnologías dictando recetas por whatsapp o Skype y los niños anhelan la nieve, los regalos y las vacaciones escolares con igual ansiedad.
No podemos dejar de pensar con preocupación en la difícil coyuntura que están viviendo prácticamente todos los países de América Latina y el Caribe. Las protestas, que han evidenciado malestares profundos, han dejado heridas que habrá que sanar en los próximos meses.
Un pensamiento especial, lleno de tristeza y solidaridad, va a nuestra Venezuela, a las vidas quebradas de quienes han tenido que emigrar y a la melancolía de quienes han quedado y asisten a la inexorable destrucción de su país.
Los pronósticos de las Naciones Unidas indican que el próximo año la emigración venezolana superará la cifra de siete millones. Ojalá un día podamos recomponer los fragmentos de tantas vidas y reconstruir con ellos el país que siempre quisimos.
Al acercarse el fin de este año, hojeamos una vez más las páginas virtuales de ViceVersa Magazine. Vemos con orgullo y emoción los artículos, fotos, ilustraciones, collages y viñetas, que nos han enviado los colaboradores a lo largo de estos meses. Sus trabajos, tras cruzarse por los aires provenientes de Europa, América Latina y Estados Unidos, aterrizaron en Nueva York para, desde aquí, dialogar con el mundo.
Cada palabra, cada imagen muestran su capacidad de resiliencia, ironía, observación, estudio. Son el mejor testimonio del talento, la creatividad, la preparación y la profundidad de análisis y de pensamiento del mundo de habla hispana. Ellos merecen el gran esfuerzo que significa seguir adelante con un trabajo tan arduo como el que requiere diariamente ViceVersa Magazine.
Pasar la Navidad con una familia tan grande y tan valiosa es un verdadero regalo de la vida.
¡Gracias! Gracias a nuestros colaboradores por compartir este sueño día a día, a nuestros afiliados quienes, con su solidaridad, nos ayudan a seguir adelante, a nuestros lectores quienes dan un significado a nuestro esfuerzo.
A todos deseamos unas muy pero muy
FELICES FIESTAS!
Photo by: Kevin Dooley ©