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Exilio y materialismo en “Medellín, a solas contigo”, de Gonzalo Arango

En Antioquia, lugar investido por una accidentada orografía, donde surgiría, en el ocaso de los años cincuenta, la epopeya del nadaísmo. Gonzalo Arango (1931-1976), su máximo y más mediático exponente,  no escatima su inspiración para referirse al emblema geográfico de Medellín, la Capital de la montaña, pues, desde la verde periferia, este poeta da cuenta del paisaje social que se acuna en el valle atravesado por el Aburrá. “Medellín, a solas contigo” (1963), recogido en su compilación Obra negra(1974), surge en el momento de propulsión de este apoteósico movimiento que irrumpía contra los modelos sociales, pues “Los Nadaístas invadieron la ciudad como una peste” (Arango, 1993, s/p),quienes, incluso, tenderían una insurrecta proyección política, filosófica y caricaturizada con muchos adeptos en Colombia y en Hispanoamérica.

Arango  elabora una hermenéutica de la nada con la sugestiva traición a sus principios que, en realidad, son la evolución de una interpretación crítica frente a un sistema hasta denunciar un ideal de patria en decadencia, reconociendo la traición como un derecho, como declara en su poema “César o divinidad” (1974) “Me adherí con juramentos a las banderas que luego traicioné, a los credos en que nunca creí” (Arango 2016, p. 26). Otro nadaísta, Alberto Aguirre, menciona que esa fijación espectacularizada de Arango en su propia imagen pudo haber sido más potente que ese arraigo disciplinado del arte que lo caracterizó en los primeros años, sin embargo, justifica dicha contradicción al afirmar: “No, el ser humano es un proceso y, como todo proceso, es contradictorio, pasa por etapas que se contradicen o se niegan totalmente” (1993, s/p).

“Medellín, a solas contigo” es un trabajo que refleja la dicotomía entre los perfumes agrestes de las alturas de la ciudad, los cuales son reflejados con un dejo de magia y de magnificencia, frente a la voraz y acelerada industrialización, que apunta a esa deconstrucción del desarrollo: “La visión de la ciudad es espléndida desde esta altura. Puede pensarse en un paisaje ideal para místicos, pero aquí viven los industriales antioqueños” (2016, p. 158). De esta manera, Arango critica esa abrupta lectura del progreso, basada en la dinámica del cemento que caracteriza a la capital. Para Acevedo (2016, s/p), este texto es: “Acusatorio, cargado de indignación, fue el tono que Gonzalo Arango mantuvo en su diálogo con la capital antioqueña”, por tanto, este discurso constituye una prosopopeya de la ciudad para confrontarla directamente.

“¡Oh, mi amada Medellín, ciudad que amo, en la que he sufrido, en la que tanto muero! Mi pensamiento se hizo trágico entre tus altas montañas […] en tu loco afán de dinero. Pero amo tus cielos claros y azules como ojos de gringa” (Arango, 2016, p. 159). Se ratifica la personificación con que Arango retrata la ciudad y, posterior al vocativo, se reconoce una secuencia simbólica que bien podría asumirse como un silogismo de lo que Medellín representa para el nadaísta, ciudad a la que ama, a la que sufre y en la que muere. Seguidamente, critica de nuevo la habitual apetencia y exaltación que cierto estadio de la cultura paisa sostiene por el dinero, bajo una mal traducida pujanza. No obstante, el poeta toma la licencia estética de emplear un hiperbólico símil: “tus cielos claros y azules como ojos de gringa” que, si bien no es una locución o grafito propio del habla coloquial, sí comprende esa constante actitud de elaborar metáforas, refranes, exageraciones, entre otros asentimientos que dan testimonio del valor lírico y coloquial del típico paisa elocuente y pujante. El símil, en este caso, refiere ese entusiasmo hacia lo extranjero: el color y la claridad se afirman como eje simbólico del fulgor del cielo, lo que da a entender que, en el fondo y más allá del discurso emancipador, está la exaltación de la naturaleza.

Una muestra más de ese coloquialismo, se expone cuando detracta esa veneración enfermiza que Medellín mantiene en función del dinero como un talismán de supuesto crecimiento: “Ni siquiera hay un rinconcito en tu monstruoso corazón de máquina para que florezca la flor bella, la flor inútil de la Poesía” (Arango, 2016, p. 163). El uso diminutivo: “rinconcito”, no se asume desde un principio de inferioridad como es usual atribuirle a este tipo de usanzas y en el habla paisa este también se emplea, irónicamente, frente a un reclamo, el cual es intensificado, ya sea por una metonimia que referencia un elemento de inferior significado a “lugar”, o bien como una sinécdoque, donde el todo es la ciudad, la cual es alegorizada para sostener un diálogo entre el poeta y su identidad: “cabeza dura de cemento, alma de caldera […] No de sangre, y por eso eres más insensible que un zapato” (Arango, 2016, p. 163), nuevamente, se expone ese carácter hiperbólico propio del habla antioqueña y del Viejo Caldas, que expone la necesidad de Arango de hablar a Medellín en su mismo lenguaje, que se sostiene cuando expresa: “Yo chillaba de dolor silencioso en el mismo corazón de tu desprecio” (Arango, 2016, p. 164).

“Aunque el movimiento fue más social que literario, y más filosófico que político, la costumbre nacional de banalizar las cosas ha impuesto que se los considere unos humoristas”, como menciona el nadaísta Jotamario Arbelaéz (2005, s/p), se estima que la corriente plantea una necesidad de exilio dentro del territorio del cual es necesario desterrarse para discutir con su mismo acento, aunque en un contrapunto de personalidad, pues, mientras Medellín crece a la altura de los edificios y tejiendo un salvaje materialismo, poetas como Arango se atreven a revelar la necesidad de respirar y comulgar con el propio espíritu, aunque este pueda entenderse como una idealización de la nada. Medellín, según él, no merece a los poetas: “Por eso me decías “vago”, porque nunca fui avaro con tu belleza. En cambio tú nunca fuiste generosa con mi locura. Yo te daba mucho amor […] Pero de tanto amarte casi me destruyes” (Arango, 2016, p. 162).


Bibliografía

Acevedo, Carlo. Gonzalo Arango, padre del Nadaísmo colombiano.  Literal Magazine, 29 de junio de 2016. Recuperado el 15 de julio de 2017 desde: http://www.gonzaloarango.com/vida/acevedo-carlo-1.html

 

Aguirre, A., (23 de octubre de 1993). Gonzalo Arango. Medellín: Suplemento Dominical de El Colombiano. Recuperado el 18 de julio de 2017 desde: http://www.gonzaloarango.com/vida/aguirre-alberto-1.html

 

Arango, G., (2009). Antología del Nadaísmo. Sevilla: Fundación BBVA.

__________(2016). “Medellín, a solas contigo”. En: Obra negra. Fondo Editorial Universidad Eafit, colección Biblioteca Gonzalo Arango, Medellín, 2016, p.p., 158 – 167.

__________ (2016). “César o divinidad”. En: Obra negra. Fondo Editorial Universidad Eafit, colección Biblioteca Gonzalo Arango, Medellín, 2016, p.p., 158 – 167.

 

Arbeláez, J., (29 de noviembre de 2005). Mito y el nadaísmo. Cali: Periódico El País, columna de opinión Intermedio. Recuperado el 16 de julio de 2017 desde: http://www.gonzaloarango.com/vida/arbelaez-jotamario-5.html

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