Nemesio Carmamara, protagonista de EX NIHILO (2019), lleva toda su existencia bajo el brazo. O, más bien, en su cabeza. Solo que no se ha dado cuenta. Con ese ánimo, el desgastado Nemesio acepta la invitación a declamar en el marco de un festival poético. Allí se enfrenta a la potencia alucinante de otros escritores y descubre una vez más que, por contraste, su propia obra está moribunda y que ella no es capaz de transmitir absolutamente nada.
Construido como un collage entre una casa con chimenea y el cuerpo de Arturo Belano de Los detectives salvajes (1998), a partir de esa invitación que abre la historia el personaje de Nemesio se enfrenta al vacío de su vida y emprende el camino por recuperar lo que alguna vez fue un árbol frondoso: su verdadera obra literaria y la posibilidad de la creación pura.
En ese trayecto, narrado a lo largo de tres capítulos, se da cita un bestiario de personajes arquetípicos: arcanos, construcciones geométricas, elementos encarnados… Y así como estos personajes parecen quimeras, la propia historia de EX NIHILO se degenera y echa mano de la poesía y la novela, la dramaturgia y los aforismos, el collage y el cómic. Con ello, una narrativa en torno a la desesperanza del creador se enriquece, paradójicamente, con el manejo refinado de múltiples herramientas de creación artística.
Esta no es la primera vez que Carlos Iván Padilla demuestra su amplitud de rangos literarios. Desde la presentación de su poemario Avatares (2016), ganador del XIII Premio Monte Ávila para Autores Inéditos, fue denominado como un “hombre orquesta”. Una descripción poco exacta pero que recoge su talento para adueñarse de diferentes “instrumentos” y registros, que ahora confluyen como un concierto en una sola historia. En la misma línea, el poeta Jesús Montoya se ha referido a los poemas de Padilla como “una arquitectura sonora, orquestal».
Mareas (2016), el reciente Canto de chicharra (Dcir, ediciones; 2020), y una suma de prestigiosos premios literarios terminan de configurar el cuadro del autor.
Desde la nada (nada viene)
EX NIHILO es una obra dedicada a la reflexión en torno a la creación poética en sentido amplio. En ella, el protagonista de la historia emprende una búsqueda desesperada por el sentido de la obra artística y la originalidad.
Bajo esta trama, que ha sido insumo de escritores desde Unamuno hasta Vila-Matas, se esconde una propuesta que habla con voz propia. La búsqueda de Nemesio se asemeja a la del protagonista de El mal de Montano (2002) o a la del narrador de Mariana y los comanches (Quintero, E; 2004), pero se diferencia porque el problema en EX NIHILO no es el de no poder crear nada, sino el de no poder crear nada nuevo.
Inscribiéndose en la tradición de la metaliteratura, la reflexión que se abre en la pieza de Padilla es la referente a la estéril búsqueda por la originalidad. Narrada en primera persona, Nemesio Carmamara se niega a escribir cualquier cosa que no sea única y propia. Sin embargo, pronto descubre que eso puede ser tan difícil como imposible: incluso su proyecto más privado es algo que alguien más ya llevó a cabo.
Tal historia evoca, quizá sin proponérselo y como feliz coincidencia, a la del poeta y novelista francés Raymond Roussel. Este aseguraba poder concebir toda una obra que fuese por completo producto de su imaginación, sin referencia alguna a nada concreto. Con ese fin, Roussel viajaba en una carroza completamente cerrada, de tal forma que no pudiese ver nada que manchara la pureza de su creación. O al menos eso se rumora. Sin embargo, las pretensiones de Roussel fueron frustradas internamente.
Quizá sin advertirlo, la sola idea de hacer un texto fuera de cualquier canon implicaba en sí mismo el reconocimiento de ese canon; al negarla deliberadamente, la obra se convertía en un tributo a la tradición: un trabajo dedicado a delimitar sus lindes por la vía negativa.
En EX NIHILO no hay tal cosa como una carroza herméticamente cerrada. Pero sí hay una casa con puertas y ventanas selladas, que separan a su morador de cualquier vestigio del mundo. Y tal casa no es sino la cabeza de Nemesio. Como Roussel, él le ha dado la espalda al mundo y, con ello, el árbol de su creación le ha dado la espalda a él.
La conclusión para Nemesio es desoladora: nada existe fuera de lo preexistente, y el deseo de renuncia a cualquier interpretación conduce a la pérdida de la existencia misma.
El diseño como narración
Editada por el sello colombiano Proteo Editorial, encabezado por el diseñador Sebastián Salcedo y el poeta venezolano George Galo (recientemente galardonado en el Concurso de Poesía Joven Rafael Cadenas por su poema Eros II), parte de la potencia de EX NIHILO viene dada por su fuerte identidad visual.
Más allá de la experiencia proteiforme que resulta de la novela gráfica, EX NIHILO pone de manifiesto que el soporte condiciona las dimensiones de la historia. Las imágenes que sirven de material para la obra no son meros agregados o complementos ilustrativos, sino que vehiculizan la narrativa: ellas mismas componen el relato.
Al respecto, durante la presentación del texto, Galo, editor de la obra, hizo alusión a la coherencia identitaria entre las imágenes y la narración del libro: “La respuesta al drama de esta historia está desde la primera página, porque esto es un collage, ¿y qué es un collage?, una creación a partir de cosas que ya existen”.
Por ello, donde las novelas pueden ser traducidas al cine, o los mangas al anime, o los cómics a la televisión, EX NIHILO se presenta como una pieza intraducible. Como lo señaló el editor, el espíritu de este libro consiste en que en él se entrelazan indisolublemente la forma y el fondo de la historia.
“Lo bueno de usar un lenguaje visual es que ayuda a transmitir de manera más efectiva los temas que se tratan y hace que el proceso sea mucho más dinámico para el lector”, comentó Padilla. “La técnica usada en EX NIHILO va completamente ligada al concepto del libro y nació así desde el principio”, como un gran collage.
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