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fabian soberon
Photo by: tea ©

Eterno retorno

Pedro Crisólogo, en el siglo v
imaginó el limbo, especie de infierno
mitigado, orilla del infierno,
prácticamente suburbio del infierno…
Voltaire

David viaja por una ruta desértica. Hay bolas de pasto que circulan empujadas por el viento. El auto vuelca y el joven, no bautizado, viaja al infierno. Al llegar, el fuego lo abraza y lo asfixia. Desesperado, busca el limbo. Ve al grupo de sabios y poetas de la antigüedad. Rápidamente, habla con Platón. Este le explica que los que estaban en el limbo han sido desplazados. Viven sin lugar, viajan de círculo en círculo, como desposeídos. Le dice que el dios de los monoteístas es más poderoso e iracundo que los dioses griegos y que la iglesia ha decidido eliminar el limbo; Platón, los sabios y los poetas antiguos son los nuevos inmigrantes del infierno.

David primero se ríe y luego se deprime. Supone, inmediatamente, que le tocará el mismo destino: girar y girar sin contención. Pero una fuerza ciega lo absorbe, lo eleva y regresa al mundo de los vivos.

Está en una sala de terapia intensiva. Cuando se despierta le cuenta a su esposa lo que ha oído de boca de Platón. Ella piensa que está bajo los efectos del trauma. No le cree.

En las siguientes semanas las mismas imágenes reaparecen en el sueño: Platón y los sabios atraviesan los nueve círculos del infierno bajo la ley del eterno retorno de lo mismo.


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