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arturo serna
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Escépticos (IV)

En realidad, Juan se llama Johannes. Vive en la zona norte de Alemania. Dice que su apellido tiene lejanos antecedentes holandeses.

En el mail habla de su madre. No da vueltas. Sin alardes, pone en duda la existencia de su madre. Me cuenta que la ha buscado en todos los rincones de la tierra y que no la encuentra. Ha hecho el intento. Él prefiere que ella exista. Pero la pesquisa ha sido vana.

Su conclusión es firme y cruel: no es hijo de nadie. Traduzco y cito el texto original:

“No he salido de un vientre. Esto es una verdad curiosa. Mi madre no existe, tampoco existe mi padre. Soy hijo de nadie. No seré padre. Soy individuo único, indivisible. Soy un altivo átomo. Mi vida rompe el esquema de Macbeth.

Por eso, no tengo castigo. Ni culpa. Soy el primer escéptico de carne y hueso.”

Johannes es lapidario. Cree ser él mismo un ejemplo a seguir. Su argumento es a partir de sí mismo. Es la inversión del argumento ad hominen. No se ataca sino que se basa en su sola ejemplaridad. Quizás eso le viene de su raíz holandesa. Escucho en su mail un relincho: Juan es un caballo.

Estoy realmente agradecido por este testimonio.

Sigo a la espera.


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