No es una apología. Es tan solo una propuesta. Ya está lanzada al mundo. La editora Mariza Bafile no forma parte de nuestro emprendimiento. A decir verdad, no quiero comprometer a nadie. Solo deseo que se sume el que quiera teniendo a la libertad como único timón.
No hay banderas ni patrias.
Ya saben: quiero formar una secreta sociedad de escépticos. No pretendo seguir el modelo clásico. No puede haber tradición entre los escépticos. Sí, ya sé, ustedes dirán: ha habido escépticos en Grecia y en el Renacimiento. Eso es cierto. Pero hace tiempo que el gnosticismo y las religiones ocupan el centro del mundo. Necesitamos una refundación de la duda.
Nadie pretende un grupo de iniciados. No hay –ni habrá– un código secreto para entrar. Solo se trata de reunirnos en torno a un común olvido: el de la crítica necesaria y corrosiva de los mitos de la sociedad actual. Escépticos del mundo: únanse. Eso es todo.
Habrá una competencia entre los miembros para ver cuál es más escéptico: y eso será inevitable. En este marco, el pasado nos ayudará a no cometer algunos errores. Ya no hay quien dude de su yo para después introducir a Dios por la ventana: nadie querrá ser, otra vez, Descartes.
Quedo a la espera de las ideas y de los sentimientos.
Esto no será un club igualitario. La democracia es un error: solo sigue el patrón de la estadística, falacia de nuestro mundo.
¿Quién tendrá el valor de ser nuestro insólito Pirrón?