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Alejandro Saderman

Escándalo en pantalla

En 1998 filmé 100 AÑOS DE PERDÓN, la película que sería mi despedida de Venezuela. Su sinopsis rezaba: En medio de la crisis que sacudió no hace mucho el sistema bancario venezolano, cuatro amigos pertenecientes a la golpeada clase media deciden llevar a cabo un asalto de «guantes blancos” transfiriendo dinero a una cuenta que han abierto en una isla del Caribe. Pero el banco elegido ya ha quebrado, y está a punto de ser intervenido por el gobierno. La operación fracasa, aparecen la policía y la televisión, y el caso adquiere dimensión pública. Tras una cantidad de peripecias en las que se pone en evidencia la corrupción del sistema bancario, nuestros amigos intentarán negociar su libertad.

Mi película se exhibió en cines de Venezuela, USA y Alemania, recorrió una lista importante de festivales internacionales (Toronto, Sundance) y fue emitida por numerosos canales de cable: TNT, HBO, A&E, etc.

El próximo 4 de marzo, con casi 20 años de diferencia, se estrenará en España una película titulada CIEN AÑOS DE PERDÓN, dirigida por Daniel Calparsoro. Por lo que se deduce del tráiler, de un estilo muy thriller norteamericano, la película narra la historia de un grupo de hombres que asaltan un banco, y que se encuentran una vez en su interior con una situación que no habían previsto, y que se complica con la aparición de la policía y con derivaciones de carácter político.

A primera vista las semejanzas son más que evidentes. No sólo el título y el núcleo argumental, sino también la gráfica de los afiches. De los dos conocidos, en uno reina la clásica imagen de una bóveda bancaria, esa gruta circular de acero. En el otro, los cuatro protagonistas, iluminados por una luz contrastada, están de pie mirando a cámara. Si uno juntara estas dos imágenes, la similitud con el afiche venezolano se vuelve irrefutable.

El episodio ha levantado en Venezuela una tormenta de acusaciones de plagio, de deshonestidad por parte de los autores españoles, de exigencia a que la Academia de Cine española le quite al guionista de la película el Goya obtenido por un guión anterior. Recibo llamadas telefónicas, mails y mensajes en FB solicitándome declaraciones. Aparecen notas en la prensa venezolana y española. Y cuando la película se estrene en Argentina, casi en la misma fecha que en España, aparecerán seguramente notas también en mi país.

La pregunta recurrente es si intentaré demandar a los productores de la película española por plagio. La idea de iniciar un proceso legal se me antoja a algo así como entrar en una novela de Franz Kafka. Y hasta que no vea le película y constate que efectivamente hay lugar para una demanda, para lo que bastaría registrar la presencia de una escena, de un diálogo o de cualquier elemento que denote la existencia de una copia, no podré tomar esa decisión, apoyándome por supuesto en la asesoría de un especialista en el tema.

Pero más allá del aspecto puramente legal de la cuestión, lo constatado hasta ahora – el título, el núcleo argumental y la gráfica de los afiches – revela de parte de los autores de la película española una actitud de desprecio por el trabajo de colegas, realidad que uno conoce en el ámbito de la producción industrial o científica, por ejemplo, pero que en el terreno de la creación artística resulta profundamente degradante y ofensiva.

Continuará…

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