Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
eduardo vilades
Photo Credits: Helge Thomas ©

Entre Bambalinas (Parte V)

Soy un icono del cine y del teatro de este país. Adorada por todos, criticada por quienes me tienen envidia, que son muchos. Aquí me tienes: guapa, elegante, inteligente, llena de sabiduría, de donaire, de estilo, te puedo declamar a Shakespeare o hacerte de puta de arrabal, de estanquera o de marquesa, de doctora de clínica de fertilidad o de drogadicta. Todo ello con estilo.

Éste sería un discurso propio del tercer tipo de actor que puedes encontrarte por el sendero del teatro: la diva. Lo más seguro es que trabaje de dependienta en Zara y que haya participado de extra en alguna gala de los 90 del estilo de ¡Murcia, qué hermosa eres!, pero el que tuvo, retuvo.

Generalmente no suelo contratar a divas. Recientemente entrevisté a una actriz venida a menos para un papel de ama de casa y terminé escogiendo a un chica de 25 años.

De las niñas me gusta su buena memoria. Hay veces que no tienen ni idea de lo que están diciendo y no ponen sentimiento alguno, pero se saben el texto que da gusto.

Aún así, trabajar con crías es peliagudo.

Suelen adularte desde el primer día que te conocen. Al principio es agradable, aunque termina cansando y uno acaba por despedir a la adolescente por prescripción facultativa. Lo malo de las niñas de 25 años es que les encanta subestimarte y cuando tú has ido cien veces, ellas aún siguen atascadas en el primer peaje de la autopista. Y sin dinero.

Recuerdo el caso de una pitusa que me mandaba 400 mensajes de voz en los que me explicaba lo que tenía que hacer con mi trabajo de guionista, los lugares a los que mandar mis creaciones, con quién hablar, cómo se hacía una transferencia bancaria y cómo escribir una pieza teatral.

Ella misma trataba de localizar a diferentes salas de teatro para promocionar mis obras, cosa que me hubiese parecido bien de haber sido mi representante.

No se daba cuenta de que cuando ella intentaba ponerse en contacto con determinada sala, yo había hecho lo propio tres meses antes. Reconozco que no suelo hablar con gente nacida antes de 1992. Pongo como fecha los Juegos Olímpicos porque supusieron el clamor de la España unida y poderosa, una nación firme que lucha contra la barbarie de la fragmentación. Estoy de coña, me la suda la España unida, simplemente estoy haciendo el chorra, que no cunda el pánico, a mí como si Móstoles se declara independiente, que me dejen en paz.


Photo Credits: Helge Thomas ©

Hey you,
¿nos brindas un café?