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eduardo vilades
Photo Credits: Rosmarie Voegtli ©

Entre bambalinas (Parte I)

En el mundo de la escena la mayor pieza teatral es aquella que no se ve, la que tiene lugar entre bambalinas, se genera en la soledad del hogar con una copa de vino y música clásica de fondo, continua en las redes sociales y con el boca a boca para formar elenco y tiene su desenlace el día del estreno.

Dramaturgos, directores de escena, intérpretes, iluminadores, maquilladores, periodistas especializados… Un gran zoológico donde el autor teatral es la pieza menos importante y en el que reina con luz propia el artista que se sube al escenario, cuya primera reacción siempre es desmedida.

¡Miles de gracias por contar conmigo, tu fama te precede!, suelen decir.

Me han hablado tanto de ti que no veía el momento de que nos conociésemos en persona, aseguran entre risas.

En realidad no tienen ni idea de quién eres, pero es una frase estudiada que seguramente les han enseñado en Cristina Rota en tercero de arte dramático. La acompañan con un gran abrazo, palmaditas en el corazón con el dedo anular en señal de confraternidad y un gesto a lo Willy Toledo de “no nos moverán”.

Gracias a ti mi vida adquiere una nueva dimensión.

Otra de las locuciones preparadas. Me recuerda la película Encuentros en la tercera fase. Mencionar este filme denota que ya tengo una edad, pero ahora mismo no quiero hablar de ello. Me imagino a la actriz de turno llegando a la nave espacial. Yo estoy esperándola al fondo de un largo pasillo envuelto en una luz blanca y cálida y con mis brazos dándole la bienvenida a esa nueva dimensión en la que entra gracias a mi arte e ingenio desmedidos.

Esa reacción, lógica y normal, tiene su recompensa, lógica y también absolutamente normal, a las 24 horas.

– He estado pensándolo y tengo otros proyectos en mente.

– Comprensible. Mercadona siempre es una salida.

– Eres lo máximo pero ahora mismo no puedo comprometerme porque quizá me llaman de Hollywood.

– El Oscar es el Oscar.

– ¿25% para ti por ser el autor? ¡Qué disparate! O un 10% o pasando, cielo.

Tener la idea es lo de menos. Esbozarla, escribirla y buscar equipo se hace en un abrir y cerrar de ojos. Es mucho menos complicado que memorizar un texto e ir por la vida de Ingrid Bergman. El problema es que encontrar a un Humphrey Bogart que te humedezca entera con su “tócala otra vez Sam” es bastante difícil.

A este tipo de conclusiones se llega después de días enteros en los que algunos iluminados han ignorado completamente tus llamadas y mensajes. Es gente muy ocupada, hasta niveles estratosféricos, y con falta de riego a temprana edad porque la memoria suele fallarles.

Definiría su modus operandi como “carácter champán”. Al igual que la espuma de una botella de cava al descorcharla, explotan de emoción al conocerte, guiados por cuatro reseñas que han visto en Internet, y te prometen fidelidad eterna pero, cuando el contenido se esbafa y el gas pierde fuerza, su interés desaparece por completo e incluso olvidan tu nombre.

De todos modos, si triunfas se encargarán de subir a sus redes sociales alguna fotografía furtiva tomada en un estreno y proclamar a los cuatro vientos que eres su mejor amigo. El subtítulo de la instantánea será algo así como “gracias vida”, “gracias universo” o “gracias cosmos por ponerte a mi lado”. Es posible que lo aderecen con el adjetivo “bello” o “lindo”, imprescindibles si se pretende ser alguien en el mundo del arte.


Photo Credits: Rosmarie Voegtli ©

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