Fotografías Alicia Caldera Texto Sebastián Bejarano
Se trata de una colección imprevista, sin intención… Colecciones así hay muchas, de todo tipo, sobre cualquier tema imaginable y con toda clase de dimensiones.
Una colección dictada por el azar. Un azar domesticado, encantado por el lenguaje de las formas y el color… es el error previsto. Pero falta una pregunta: ¿dónde termina el mar morado?
Y es que, por efecto del mismo azar, aparece al inicio de la película una especie de cresta vertical, y al fondo, escondido entre los recuerdos, un árbol nace de la espuma de las olas. El desenfoque de este árbol permitirá la mirada de una mujer gigante, increíble, hermosa. Un muro continúa el vacío rosa hasta el peligroso horizonte vertical, permitiendo que allí aparezca la silueta de una figura cansada.
Más adelante el horizonte permanece, pero también enciende tonos amarillo, rojo y negro. Luego, al final, el incendio se torna azul, donde la ciudad comienza tímida su inevitable presencia, allí, cuando el viento ya está cansado.