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daniel campos
Photo by: Tjebbe Westendorp ©

Enriqueta, la tortuga más coqueta

Pienso en la tarde a inicios de un mayo añorado cuando conocí a Enriqueta, la tortuga más coqueta. Ahora que no se puede ir al campus universitario para sentir la algarabía estudiantil y percibir el brotar de la naturaleza, visualizo la escena.

Antes de dar la última clase de la tarde salgo de mi oficina a caminar por el campus de Brooklyn College. El sol resplandece. La luz primaveral es intensa, sin ser tropical.

Voy hasta el estanque de los lirios al lado de la biblioteca. La brisa fresca mece las ramas del gran cerezo que se extienden sobre el agua. Llueven pétalos rosados. Giran, revolotean y se posan suavemente sobre la superficie. Ésta parece un espejo que refleja el azul del cielo, el verde del follaje y los morados y escarlatas de las azaleas en flor. Las carpas parecen destellos bermellón al nadar.

Varias tortugas se asolean sobre las piedras que forman una isla en medio del estanque. Una de ellas ha estado nadando y cuando sale del agua, adorna su caparazón con pétalos de flor de cerezo. Le quedan adheridos. Se ha vestido con ellos como si llevara un atuendo rosa de primavera. Observo a la tortuguita, me deleito con su vestido florido y sé que se llama Enriqueta, la más coqueta.


Photo by: Tjebbe Westendorp ©

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