Ilustración por: Dinapiera Di Donato
Las palabras, siempre amigas, que fluyen con facilidad cada vez que nos proponemos escribir, nos abandonan cuando las necesitamos para recordar a alguien, a un ser querido, quien ya no está físicamente entre nosotros.
Tienen miedo de resultar banales, de no saber expresar con suficiente fuerza el dolor del vacío y la fuerza sanadora del recuerdo.
Alicia Perdomo tenía solamente 56 años. La muerte la sorprendió cuando todavía tenía mucha vida por delante. Dejándonos a todos dolidos y desconcertados.
No conocí profundamente a Alicia, siendo mucho más amiga de su compañera de vida, Dinapiera Di Donato. Admiraba su trabajo de docente, ensayista, investigadora y escritora. La fuerza de sus ideales feministas, de su entereza y sentido de justicia, permean cada una de sus publicaciones. Originaria de Venezuela había emigrado a los Estados Unidos tras doctorarse con honores en la Universidad Simón Bolívar. Trabajó como profesora en CUNY fue Visiting Scholar en Fordham University, Yeshiva University, NYU y en el Fashion Institute of Technology de Nueva York. Para sus estudiantes fue una guía incomparable.
Muchos los éxitos que obtuvo en el trabajo, sin embargo, ahora prefiero recordarla el día en el cual la conocí. Quiero recordar su simpatía desbordante, su alegría, su ironía, su vitalidad arrolladora. No era mujer que podía pasar desapercibida.
En esa tarde especial durante la cual, otro poeta y amigo, Manny López, había reunido en su casa a un grupo de personas unidas por el amor a las letras, sentí que conocía a Alicia de toda la vida. Me daba mucha alegría saber que esa mujer tan brillante y vital fuera la compañera de Dina, mi amiga tan querida.
Desde que empezó su relación, hace 23 años, Alicia y Dina han construido un mundo basado en amor y respeto. Alicia siempre apoyó a Dina para que diera rienda suelta a su creatividad y la expresara a través de las palabras y de las imágenes. Muchos de sus trabajos han enriquecido nuestras páginas.
Recientemente le había regalado una cámara fotográfica para tomar fotos y luego poder pintar encima de ellas con un programa de la computadora. La imagen que acompaña estas líneas es uno de los trabajos de Dina y representa el espíritu del verano.
Imposible pensar que Alicia Perdomo haya desaparecido. Una energía como la suya no puede desaparecer. No la vemos, pero ella sigue allí, con su hablar travieso, su escritura profunda, sus análisis acuciosos y su irreverente lucha hacia todos los conformismos.
Alicia Perdomo sigue viva en el recuerdo de todos nosotros.