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daniel campos
Photo by:  No soy bueno escribiendo / ektar100_003 ©

En Feria Verde con Lapislázuli

Uno nunca anda solo, siempre anda con sus cinco sentidos, como me enseñó un verso de Calle 13. Y además la Vida siempre le ofrece buena compañía, por ejemplo pájaros, árboles, ríos, insectos, plantas, lagartijas y homo sapiens caminantes, vendedores, artesanos o músicos que sin saberlo le alegran alma.

Aquel sábado a media mañana me desperté y me fui a desayunar como siempre a la Feria Verde de Aranjuez, la principal feria orgánica y artesanal de San José. Mis amigas habituales no me podían acompañar. Jahel, mi compa de desayunos Feria Verde, andaba en su México natal. Moy disfrutaba de los paisajes invernales en Rhode Island. Y Caro, la Garota Mineira, hacía de guía turística para una colega gringa. Es decir, me tocaba desayunar solo.

Quería saborear, por ejemplo, un delicioso picadillo de chicasquil y otro de quinoa con vainicas y zanahoria. Pero llegué un poco tarde y en mi puesto favorito de comidas típicas no quedaban picadillos. Pedí gallo pinto con torta de yuca. Compré una taza de café negro y me senté a la mesa.

Mientras saboreaba el pinto y la yuca con buen café, escuchaba correr las aguas del río Torres y el canto de unas reinitas. El sol me calentaba el costado. Mis sentidos me deleitaban.

Al rato, en el quiosco convertido en escenario, empezó el chivo mañanero del dúo Lapislázuli. Me compré un fresco de mora en agua y me sombreé debajo de un árbol frondoso a escucharlos.

Sin haberles buscado, me encontré a les músiques Vic y Bere, con sus cuerdas y voces. Recién la noche anterior les había escuchado en Mundoloco, un bar josefino, y sus composiciones e interpretaciones me habían gustado.

El chivo en Feria Verde fue más casual. La gente pasaba, escuchaba un par de piezas y continuaba. Yo sí lo escuché todo mientras tomaba el fresquito de mora, sorbo a sorbo.

De aquel chivo mañanero disfruté en especial la pieza «Cohete español», la historia de María y Josefina, dos muchachas fuera de lo común que vuelan en su imaginación y bailan y dicen lo que piensan. De nuevo gocé con mi favorita, «Corchea casi fusa», y con la versión de Bere de «Zapata se queda» de Lila Downs.

Con ésta cerraron y yo me fui de la feria a mi cuevita contento, con los sentidos revitalizados y el corazón pleno, a dormir una larga siesta.


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