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arturo serna
Photo by: frank_hb ©

Elogio del balcón

Cuando me dedicaba al boxeo peleaba solitario para encontrar el sentido. Mis brazos se enfrentaban a las dificultades de la vida. Usaba el cuerpo como un escudo contra el abandono. Después de muchos años me di cuenta de que quería pegarle a mi madre. El golpe certero y rudo se concentraba en una figura ausente. ¿Cuántas veces hemos deseado atacar a alguien? En el ring aprendí a dudar. El cuadrilátero fue una escuela escéptica. Los antiguos encontraban en el jardín o en la Estoa las reglas de la vida. Yo las encontré, al principio, entre las cuerdas. Allí aprendí a dudar. El golpe es más fuerte cuando está protegido por la vacilación, por la medición exacta que nace de la duda.

Cuando abandoné el box (que trajo grandes beneficios futuros) sentí un vacío existencial. Una tarde, mientras caminaba por el microcentro, advertí que había perdido el blanco, el punto de tiro. Decidí enfrentar mi fracaso. Empecé a rondar las calles como un maniático. Circulaba por las veredas buscando algo sin distinción, sin sentido.

Una mañana lluviosa me paré en el ventanal del departamento. La luz entraba cenagosa en la penumbra del ambiente. Abrí la puerta y me paré en la estrechez del balcón. La ciudad era otra y la misma, como dijo ese ciego idiota que parece un filósofo pero que no lo es. Ahí descubrí mi lugar. El balcón se convirtió en mi cama, mi cuna, mi origen.

¿Cómo se puede potenciar la soledad? La vida no consiste tanto en el tratamiento de la dimensión horizontal sino en la profundización de los estados. El balcón significó una entrada en mi propio infierno y en mi paraíso. El balcón fue mi Hades. Fue la refundación metafórica de la Hélade: un escudo guerrero, un diamante antiguo y futuro, una sirena utópica para la soledad.

La soledad no es una batalla sino un estado necesario, una situación de felicidad, de hallazgo, de mejoría. A veces, estar entre los otros trae odio, inquina, rechazo y maltrato. La soledad del balcón es un refugio y una calma fundamental. Hoy puedo decir que cambié el box por el balcón.


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